Organizando estos días la biblioteca me he reencontrado con unos cuantos libros que en su momento fueron significativos para mí por diferentes motivos. Hay entre ellos cinco que considero especialmente recomendables para cualquier periodista o estudiante en vías de serlo y no, precisamente, porque sean manuales o libros de estilo. En realidad se trata de novelas. Sin embargo son ficciones que involucran a un periodista o tienen como protagonista una historia de actualidad. Por eso, en cierto modo, son cinco aproximaciones diferentes que ayudan a comprender cómo en determinados momentos se ha vivido la profesión.
Ahí van, cinco recomendaciones literarias para periodistas:
Bel Ami, de Guy de Maupassant. Si las organizamos cronológicamente, la de Maupassant es la primera. Un maravilloso retrato de la prensa burguesa de la Belle Époque, desde el reporterismo de calle a la dirección de un medio, de la mano de uno de los mejores personajes de la literatura universal: Georges Duroy es un crápula, advenedizo, amoral y, para colmo de males, periodista, ¿se puede pedir más?
A sangre fría, de Truman Capote. Un absoluto ejercicio de morbo antes incluso de que las mentes más enfermas soñasen con la telebasura. Lo más terrible de la novela de Capote es su extraordinaria calidad, tanto literaria como periodística. El retrato del asesinato cruel y sin sentido viaja en ambas direcciones y la pena de muerte no parece ya una solución tan lógica. Posiblemente sea uno de los mejores libros de la historia. Advertidos estáis.
La hoguera de las vanidades, de Tom Wolfe. Los protagonistas de esta novela de Wolfe son un hatajo de aprovechados que buscan su propio beneficio sin importarles las cabezas que tengan que hacer rodar para conseguirlo. Pariente lejano de aquel Bel Ami de Maupassant, en realidad la novela supone al Nueva York de los 80 lo que aquella al París de 1890. Es un excelente retrato del poder que los medios de masas tienen para construir juicios paralelos y etiquetar de héroes y villanos de una realidad mucho más compleja que esas etiquetas.
Territorio Comanche, de Arturo Pérez-Reverte. A punto de convertirse en la celebridad literaria que es hoy en día, Pérez-Reverte destiló en esta novela todo el odio que guardaba dentro hacia el establishment mediático, pero también retrató con admiración una manera de entender el periodismo, guerrillero y combativo, que nació en Vietnam y que en aquella guerra de los Balcanes estaba dando sus últimos coletazos.
Noticia de un secuestro, de Gabriel García-Márquez. Su autor dijo una vez que el periodismo se estaba perdiendo porque los periodistas habían perdido la capacidad de contar historias. En esta novela por encargo, comprometida y bastante política, el gran maestro demostró que también se podía hacer literatura con la actualidad y, de paso, reivindicar que, treinta años después, Capote y el nuevo periodismo de los sesenta todavía eran una opción válida.
Hay de todo un poco pero, de algún modo, los cinco títulos son referencias clásicas. Supongo que quien más y quien menos habrá leído la mayoría. Pero si alguno se os escapa, os recomiendo encarecidamente que los leáis, a ser posible, en papel.
Obviamente se trata de un listado completamente personal. Y, antes de que alguno me afee algún olvido, os emplazo a completar el listado. Ahí tenéis los comentarios ¡Se aceptan más sugerencias!
Por Marcos García (@elplumilla)