Samanta Villar (@samantavillar) es una de las periodistas más controvertidas del panorama español. Y no por aparecer dando alaridos en programas (ya más realities en directo) del corazón, si no por demostrar una implicación y un comprometimiento para con las historias y los protagonistas de sus reportajes televisivos que han abierto el debate periodístico en más de una ocasión. Actualmente dirige y presenta el espacio de Cuatro, Conexión Samanta (@conexsamanta), en el que Villar convive durante unos días con personajes que tienen algo que contar.
Tu periodismo se caracteriza por esa vocación y compromiso que toca la calle para conocer las historias de primera mano como muchos soñamos cuando entramos en la universidad. ¿Siempre quisiste dedicarte a este tipo de periodismo?
El periodismo puede dar voz a los que están silenciados. Eso me ha atraído siempre. En la facultad quería ser corresponsal de guerra. Ahora creo que quiero luchar en la guerra del día a día. Hay mucho que contar por aquí.
¿Qué tiene la televisión como soporte a la hora de trabajar como periodista que la diferencia de la prensa y de la radio?
Llega a muchísima más gente. Es el impacto. Esto te da mayor responsabilidad también.
¿Qué se debe tener en cuenta para dar una información en directo clara y de calidad?
¿En directo? Igual que en diferido. Tienes que estar bien documentado, saber de lo que hablas. Sintetizar y ponerlo en palabras rigurosas, pero con un lenguaje comprensible, nada pomposo. Lo más importante es buscar las historias que necesitan a los periodistas.
¿Cuáles son los momentos concretos más especiales o importantes que has vivido como periodista y presentadora, y cuáles desearías o te hubiera gustado vivir?
He vivido momentos históricos, como la muerte del Papa Juan Pablo II, pero los que más me impactan son aquellos en los que aprendo cosas muy bestias. Como cuando entrevistamos a un pandillero de El Salvador que le había dado un giro de 180 grados a su vida. Empatizar con un asesino no es nada para lo que estés preparado. Pero aprendí que el mal viene de la mano del bien y viceversa.
¿Qué supone para una periodista acostumbrada a la fugacidad de las noticias diarias la escritura de un libro?
Un proceso muy distinto y enriquecedor. Ser autodidacta me ha encantado. Me gustaría dedicarme a escribir, si me diera para comer.
En Nadie avisa a una puta cuentas siete historias que giran en torno a la prostitución. ¿Cómo fue ese proceso de investigación? ¿Qué fue lo más duro y gratificante de la cobertura de esas historias?
Lo más gratificante fue descubrir un mundo de luz, de humanidad, de anhelos, de mucho respeto, hasta de cariño y amor. Lo más duro fue confirmar que el estigma lo estropea todo y que muchas chicas se sienten solas por no poder compartir lo que viven (bueno o malo, porque también hay malas experiencias) con sus seres más queridos.
¿Hubieras “pasado por el aro” de la prostitución en tu programa 21 días de Cuatro en la época en la que lo presentabas?
No, por lo que nos frena a todas las mujeres: el miedo y el estigma.
¿Cuál es el panorama actual del sector editorial enfocado a los libros de investigación escritos por periodistas? ¿Crees que el éxito está reservado a unas pocas editoriales y a unos pocos perfiles? ¿Reciben interés?
Creo que las editoriales han visto que la gente mediática tiene mayor acceso a medios en promoción y por eso una venta de libros es algo más fácil. Yo fiché por una editorial independiente, muy pequeña, porque me despertaba admiración su trabajo y porque lo primero que me dijeron fue que no publicaban a famosos simplemente por serlo. Rechacé ofertas de editoriales más grandes porque intuí que con ellos aprendería mucho.
¿Cuál es el último libro sobre periodismo que has leído y que recomendarías?
Leo todo lo que publica Libros del KO. Es periodismo narrativo estupendo. Ahora estoy leyendo La banda que escribía torcido de Mark Weingarten. Lo deberían leer todos los estudiantes de periodismo. Pero también me encantan autores como Josefina Licitra, Gabriela Wiener, Leila Guerriero o Juan Villoro.