El actual editor jefe del diario argentino Clarín, Darío Gallo (@dariogallo), utiliza toda la picardía periodística y la palabra incisiva, a las que ya daba rienda suelta en las redacciones de los medios escritos Perfil y Libre, a través de Twitter, lo que le ha convertido en uno de los profesionales de la información más influyentes de la red social.
¿Se informa a través de la prensa en papel, digital, radio o televisión?
Digital, pero si hubiese que ser más específico debo decir Twitter. Cuando llega el diario a las 6 de la mañana, el 90% de las noticias las conocí antes de irme a dormir. Aún más, conozco otras noticias que ni siquiera llegaron a imprimirse.
¿Cómo cree que se están adaptando los medios tradicionales, sobre todo las grandes cabeceras, al trabajo en digital en Argentina? ¿Hay resistencias a cambiar de rutinas y hábitos anteriores?
Hay resistencias siempre que se tengan que incorporar cambios en una gran sala de redacción, aquí y en cualquier parte del mundo. Aunque ya está claro que no se puede vivir dentro una fortaleza y también el convencimiento de que no se puede regresar a 1995. Los cambios de rutina son solo el primer paso hacia el cambio cultural que se necesita en las grandes cabeceras para adaptarse a la época.
¿Qué labor están cumpliendo las redes sociales para el mundo del periodismo y de la profesión de periodista?
Desde hace años considero que Twitter es la nueva agencia de noticias, incluso para las agencias de noticias. Para el periodista, las redes son una herramienta fundamental para la marca personal. Claro que no es mágico, ya que para desarrollar la propia marca se necesita tanto o más trabajo que para escribir un libro. En el caso de los medios tradicionales hay una tentación a copiar a los medios nativos de internet y a su orientación a redes que creo que hay que analizar con detenimiento. The New York Times no debería basar su política de redes en la estrategia de Buzzfeed, porque son negocios distintos, por ejemplo. En estos momentos hay un esfuerzo de las “tecnológicas” -Google, Facebook, Apple- para sumar contenidos periodísticos tradicionales a sus plataformas. Y surgen nuevas posiciones en los medios que no se conocían tres años atrás. En medio de ese huracán, el periodista sigue siendo clave, aunque deberá mojarse.
¿Cuál es el panorama actual del periodismo en Argentina?
En su mayoría está cruzado por la lógica amigo-enemigo que impone el Gobierno. Y eso es mucho más descarnado en el periodismo político. Hay una gran cantidad de medios que surgieron “subsidiados” por el oficialismo, aunque no lograron captar la audiencia que esperaban. A fin de año, con el cambio de gobierno tras las elecciones, el panorama volverá a cambiar y es probable que se sincere un poco esta realidad mediática contaminada por los dineros estatales (directos o indirectos).
¿Cuáles son las claves para realizar el trabajo de editor jefe en un periódico honesto y de calidad?
Creo que las de siempre. Pensar en el que recibe nuestro trabajo. Rodearse de periodistas que sepan más que uno, aprovechar los nuevos recursos y trabajar mucho. A la intuición y el olfato periodístico debemos sumar la analítica web. Cambian las herramientas, cambian las rutinas, pero las buenas historias siempre serán la mejor forma para llegar a nuestra audiencia.
¿Cuál es el último libro que ha leído sobre periodismo o escrito por un periodista y que recomendarías?
El fin de los medios de comunicación de masas, de Jeff Jarvis. Y lo recomiendo porque Jarvis es ideal para inspirarse, aplaudir o rechazar. Nunca nos deja indiferentes.