Hace poco que conocí a un tipo curioso. Se llama Bernhard Gunther aunque todo el mundo lo llama Bernie. Es un tipo un poco desagradable, cínico y creo que bastante bocazas. Aun así parece que es un buen hombre. Quizá demasiado bueno. Por eso no para de meterse en problemas. De hecho creo que a Bernie lo ha metido en problemas todo el mundo. En el 36 lo metieron en problemas los nazis, en el 38 sus excompañeros de la KRIPO, en el 47 los espías rusos del NKVD y creo que en el 49 los nazis fugados de Odessa. Digo creo porque apenas me he empezado su cuarta novela. Las otras tres me las he leído de un tirón.
Tengo cierta fijación con el género negro. En el cine, en la literatura, en el cómic. Incluso en los videojuegos. Me gustan las historias de gánsteres, de polis corruptos, de detectives marginados y de chicas malas. Y en esto, como en algunas otras cosas, también pienso que es difícil ponerse a la altura de los clásicos. Si tuviese que escoger un autor de novela negra, y sólo uno, escogería sin duda a Chandler. Marlowe es el arquetipo perfecto de todo lo que es el género. Hasta ahora no había encontrado a nadie que estuviese a su nivel. Me han gustado algunos Carvalhos, Montalbanos y Wallanders. Incluso el Patrick Kenzie de Lehane y su socia tienen su aquél incluso en su versión cinematográfica. Pero lamentablemente tiendo a compararlos a todos con Marlowe. Y todos salen perdiendo. Salvo Gunther. El alemán, para mi sorpresa, aguanta bien el tipo.
Philip Kerr, que es el autor de las desventuras de Gunther en Berlín Noir, ha logrado componer un personaje genial. Gracias a la referencia continua al estilo clásico pero, también, gracias al marco histórico que ha escogido para ambientar sus obras: la Alemania previa y posterior a la Segunda Guerra Mundial. Y lo describe con un realismo escalofriante. Acompañamos a Bernie por el Berlín nacionalsocialista asistiendo fascinados al descenso a los infiernos de una ciudad, antaño civilizada y moderna, que se precipita al desastre del nacionalsocialismo. Sin que nadie haga nada en absoluto por evitarlo. De hecho la mayoría de los que se cruzan en el camino de Gunther son, en buena parte, responsables de esta caída. Sin embargo, Kerr logra sumergirnos en la atmósfera de una manera impecable y lo hace sin juzgar los hechos y a las personas desde nuestra perspectiva histórica. De hecho, el único que analiza, juzga y se involucra es Bernie, un tipo íntegro, rodeado de indeseables, que no para de meterse en problemas por tratar de hacer lo que cree correcto. Al fin y al cabo, ¿no es esa la quintaesencia del género?
Por Marcos García (@elplumilla).