El pasado de la periodista Elena López Aguirre le ha pasado factura. Esta profesional de la información especializada en prensa no ha podido evitar a lo largo de los años mantener presente la música en su vida profesional desde que formara parte del mítico grupo de rock radical vasco Potato, junto a su marido Pedro Espinosa. Esta pasión la ha plasmado en la escritura de varios libros como Del Txistu a la Telecaster o Historia del rock vasco, ambos publicados desde su “modesta editorial” Ediciones Aianai.
¿Cómo definirías el buen periodismo?
La mezcla perfecta entre hechos contrastados y opiniones o valoraciones (pero no del periodista, claro).
¿Qué te ha aportado el trabajo como periodista en prensa, radio y televisión por separado?
Estudié en la Facultad de Ciencias de la Información, que tenía entonces tres ramas: Periodismo, Publicidad e Imagen. Yo elegí la primera. Creo que el periodismo es idéntico a sí mismo en cualquier formato. Abrí el libro que escribí junto a Pedro Espinosa sobre Potato, banda en la que toqué la guitarra de 1985 a 1988, con este comentario: “Amigo, si no te acercas a la ventana que estás a punto de abrir… –le dije al Gordo aquella tarde mientras me quitaba los lentes–… te haré una confesión… El periodismo es la mejor literatura”. “No, eso ya lo sabía. Lo que pasa es que hay una conspiración culterana que trata de ocultarlo –me dijo y volvió a retomar el Vivaldi silbando camino al baño”. Crecí con el Nuevo Periodismo y la biografía oral, y sigo sus postulados: contextualizo siempre los hechos que narro y aporto material humano.
¿Crees que se hace actualmente un buen periodismo musical en los medios generalistas? ¿Y en los especializados?
Los medios generalistas que frecuento han sabido elegir a sus colaboradores. El País cuenta con Diego Manrique, un maestro en su género. Sin olvidar a Miqui Otero, desde Cataluña. Iñaki Zarata lleva décadas sin casarse con nadie desde las páginas de El Diario Vasco, de San Sebastián, y fue coordinador del suplemento juvenil Devórame, pionero en su especie. Ha habido revistas especializadas españolas muy buenas. Dos periodistas de raza actuales son Ignacio Juliá y Jaime Gonzalo, que han recorrido el camino de la prensa musical desde los 70: Star, Vibraciones, Rock Espezial, Rockdelux y Ruta 66. Son autores de miles de artículos y un buen puñado de libros. La oferta en radio es inabarcable.
¿Cómo es para una periodista acostumbrada a la fugacidad y la concisión de los artículos de prensa ponerse a escribir un libro de más de 300 páginas? ¿Qué diferencias encuentras en ambas tareas?
Mi medio natural es la prensa escrita, sobre todo el periodismo de investigación. Ahí estoy en mi elemento. Creo que la gente tiene una idea muy equivocada de los periodistas musicales, que se asimilan con lo que podríamos llamar crítica. Somos un país que ha descuidado sistemáticamente sus fuentes y referenciales culturales, siempre más preocupados por el último eructo neoyorkino. Nos queda mucho camino por recorrer en cuanto a la documentación de nuestra propia música. Se están dando pasos interesantes en el documental, que es un formato que me encanta para el periodismo. Dos ejemplos recientes: 160 metros, una historia del rock en Bizkaia y Venid a las cloacas, historia de la Banda Trapera del Río.
Estás al frente, junto a Pedro Espinosa, de Ediciones Aianai. ¿Qué tipo de publicaciones realizáis? ¿Es fácil sacar adelante una editorial como la vuestra cuando el sector está tan dominado por unas pocas mucho más grandes?
Ediciones Aianai está centrada en la música hecha en el País Vasco. Somos una editorial modesta y sin pretensiones. Nunca nos hemos propuesto vivir de ello. Creo que el sector está realmente dominado por las distribuidoras. La red y los catálogos de librerías como El Argonauta acercan al rincón más distante tus libros, por pequeño que seas. Soy partidaria de lo glocal, es decir, partir de lo próximo a ti para alcanzar así lo universal.
¿Cuál es el panorama actual del mundo editorial enfocado en los libros sobre periodismo o escritos por periodistas? ¿Reciben interés?
Creo recordar que El camino más corto, de Manu Leguineche, fue un best-seller en su momento. También los libros de Oriana Fallaci, como en 1998 lo sería Ébano, del polaco Ryzsard Kapuscinski. Incluso la estupenda editorial Libros del Asteroide ha rescatado del pasado al periodista Chaves Nogales y lo ha convertido casi en un fenómeno editorial. Y no me olvido de Vida y destino del ruso Vasili Grossman.
¿Un libro sobre periodismo o escrito por un periodista para recomendar?
El cura y los mandarines, de Gregorio Morán. Quizá peque de prolijo, pero es un libro necesario sobre la historia cultural española de 1962 a 1996.