Todos los que nos dedicamos al mundo del periodismo, en cualquiera de sus variantes, sabemos que es una profesión de trabajo non stop, de siempre aprender y de curiosidad infinita. Pero, en el caso del periodista Millán I. Berzosa (@mberzosa), las disciplinas se unifican y la inquietud se multiplica. Ha tocado (casi) todos los palos: prensa económica durante diez años; seis “a full” en comunicación corporativa, eventos y relaciones públicas, en parte desde ideas4all; como docente en Periodismo y Comunicación Digital desde la Universidad Francisco de Vitoria; como investigador destaca su estancia en la Universidad de los Andes de Colombia, además de multitud de ponencias, seminarios, charlas y conferencias. Todo un “hombre orquesta” de la comunicación.
¿Cuál es el panorama actual del periodismo en España?
El periodismo pasa por un momento de necesidad de reconocimiento desde la sociedad, pero también desde sí mismo, desde los medios. Con margen de mejora en los estándares de calidad y exigencia. Se hace mucho periodismo de partido, con un predominio de las informaciones de arriba a abajo (dando voz a los políticos). Y mucha información genérica, donde se ponen nombres y apellidos muchas veces como notas de color. Eso, en detrimento de un periodismo de abajo a arriba, que busque datos y los eleve, poniéndolos en contexto, en la estela de diarios de referencia mundial como The New York Times o The Washington Post. En España habría que tirar más por ahí. A veces se hacen cosas interesantes en grandes cabeceras por el lado del periodismo de datos, pero de manera puntual, y lo que falta es continuidad en las mismas. Desde El Mundo o El País o recientemente la web de COPE han hecho especiales. Uno los recuerda bien por su escasa frecuencia. Es como si hicieran un especial interactivo para presumir de él en vez de incorporarlo como algo habitual. Subir el listón, vaya.
¿Qué fórmulas empresariales están funcionando mejor a la hora de mantener agencias, medios de comunicación y departamentos de prensa, tanto tradicionales como digitales?
Está funcionando el esquema de ajuste de costes. Gente que con muy poco se las ingenia. Y los grandes se encuentran con que no pueden replicar esos modelos. Entre otras cosas, porque, aun con todos los ajustes, los tamaños de las plantillas no son comparables. En resumen, están funcionando los pequeños medios, sobre todo los de nicho; y en los grandes, la política de parches. Están aún por probarse cosas laterales que pueden ayudar: desde esquemas de integración de redacciones entendidos como mecanismos en los que los empleados se sientan parte del proyecto, den lo mejor de sí o tengan recursos para ellos hasta el mismo marketing de producto —Los periódicos de referencia renuncian por lo general a promocionar su propuesta informativa y editorial. ¿Alguien se imagina a Apple anunciando su nuevo iPad con una promo de sartenes?—.
¿Cómo cree que se están adaptando los medios tradicionales al trabajo en digital? ¿Hay resistencias a cambiar de rutinas y hábitos anteriores?
Casi ya en 2015 hay cabeceras que aún hablan de la digitalización como reto, cuando la realidad supera la moda de si lo digital sí o lo digital no. Casi es para insistir en que el nivel de compromiso desde la capa superior de las estructuras de las redacciones es, por lo general, manifiestamente mejorable. Falta liderazgo. Convicción por los hechos hacia lo digital. El reto, pendiente, es abrirse a nuevos modelos, experimentar, y apostar por el producto informativo. El otro día un generalista sacó una portada de la que se sentían especialmente orgullosos. Salía una espiral como de caracol con caras de corruptos. Muy vistosa, pero sin datos que apoyasen la selección o sin ordenar los elementos por tamaño (por cantidad económica defraudada, antigüedad, etc.). Era para haber propuesto un interactivo en la web y las conclusiones en forma de infografía en la portada del diario en papel, ¿verdad?. Lo más curioso es que el medio en cuestión es uno de los que apuestan más por lo digital. Así que, sí, hay resistencias. Rutinas que persisten. Todo eso. “Adaptación”, en pañales.
¿Qué labor están cumpliendo las redes sociales en el periodismo y en la profesión de periodista?
Hay algo que surge de manera natural y es que la gente señala cuando las cosas se hacen mal: los errores. Eso ya es una labor que bien debiera ser recibida como positiva, para ser más exigentes desde los medios. Además, el tanteo a los lectores, tanto a los actuales como a los potenciales: la escucha activa. Más cosas: Generar comunidad en torno a los grandes asuntos, fomentar el sentimiento de pertenencia y la cercanía, enriquecer con la aportación de los lectores. Y más: el hecho de compartir como palanca de apoyo para evitar una visión parcial. En distinto, grado, todo eso. El reto pendiente es discriminar el ruido, y prepararse para una mayor exposición. Ver que el periodismo abierto, que abraza todo eso, es un periodismo mucho más poderoso.
¿Se puede hacer buen periodismo a través de las redes sociales?
Creo que se puede hacer buen periodismo. En redes y fuera de ellas. Es importante conocer el canal en tanto que el mensaje se adapta. Las nuevas tecnologías afectan a la manera en que se despliega el contenido periodístico. Formalmente, con una tendencia a un discurso más conciso, un estilo más directo. Vivimos un momento fabuloso para profundizar en el concepto de periodismo ‘tradicional’ y confrontarlo al contenido que surge del ciudadano de a pie en un momento dado (cuando genera un contenido de carácter informativo), o el del periodista que en su tiempo libre sigue siendo periodista y, por cuenta propia, retransmite o comenta la realidad que le rodea. Poco a poco, los medios más convencionales aprovechan el caudal y usos y los aplican para adaptarse a ‘lo nuevo’. Y eso es algo absorbido de las redes, en buena medida.
¿Se pueden encontrar buenos análisis en las piezas de periodismo económico o los artículos acaban siendo muchas veces un revuelto de cifras y porcentajes simplemente expuestos?
Hay muy buenos periodistas en el sector. El periodismo económico requiere formación específica y en un momento como el actual es clave. No es lo mismo decir que el PIB ha subido un tanto por ciento que decir que el incremento es en tasa interanual, o intertrimestral, o anualizada. Está claro que tener una base ayuda a hacer las preguntas adecuadas y también a escribir con exactitud. O evitar cosas como que si una acción sale a 50 euros eso es caro, cuando el precio en sí apenas es representativo de algo si no se pone en relación con el número de acciones y el capital social. Por otro lado, el reto es contextualizar. En el ejemplo del PIB, decir a cuánto equivale, comparar con la serie histórica. Hacer que los datos ‘hablen’.
¿Cómo se está trabajando en España el periodismo de datos?
Coger números y ponerlos en formas bonitas puede no aportar nada más allá de lo estético. Los datos deben ayudar a comprender la realidad, su alcance. Hay gente que se posiciona en periodismo de datos por la moda. ¿Qué falta? Hacer más cosas. Por poner un ejemplo: está la aplicación de datos a herramientas de verificación de noticias, los ‘truth teller’ o “escrutadores de la verdad”. Podríamos decir: programas que leen numerosas noticias o bien un ingente caudal de información, en múltiples formatos, y rastreando en busca de incoherencias posibles. De tal manera que se pueda saber qué tan contradictorio o coherente es el discurso de un personaje público a lo largo de su trayectoria, hasta qué punto es original un contenido o cuántas incorrecciones hay en un reportaje una vez cotejado el contenido del mismo con una base de datos. Esto ya lo plantean desde The Washington Post.
¿Cuál es el panorama actual del sector editorial enfocado a los libros sobre periodismo escritos por periodistas?
Lo que uno lee es que hay iniciativas nuevas que buscan trasladar modelos eficientes de otros sectores. En los últimos tiempos, unas cuántas. Incluida la vuestra.
¿Prepara alguna publicación editorial de su puño y letra?
Escribo mucho de una manera u otra, pero de ahí a publicar un libro… Si es así, cuando sea, espero que sea algo digerible. Alguna propuesta he tenido y eso me halaga, pero le dedico más tiempo a gestionar eso para otros que para mí. Tengo sobre la mesa dos propuestas y una de ellas sobre comunicación. También me pasa – no sé si es una vil excusa – que veo a gente hablando de su libro todo el día y creo que para eso también hay que valer. Son tiempos también de gente que escribe libros. Para mí lo importante sería poder aportar un cierto componente de novedad y utilidad que lo justifique. Se verá.
¿Recomienda algún libro sobre periodismo que haya leído recientemente?
Os recomiendo una de las recopilaciones de nuevo periodismo iberoamericano más interesantes: Antología de crónica latinoamericana actual, de Darío Jaramillo, para Alfaguara. Junto a ejemplos maravillosos como Retrato de un perdedor de Alberto Salcedo Ramos. Y uno que he vuelto a repasar, Esto no es un dibujo animado, editado por la Universidad de los Andes, junto a Sandra Sánchez y Omar Rincón.
Y, para finalizar, usted que ha tocado tantos palos dentro del mundo del periodismo, ¿cómo se siente más cómodo: en la redacción, dirección de comunicación de empresas, ponente o docente e investigador? ¿Qué le aporta cada campo?
Cada rama tiene su propio encanto y también su momento. Mi propósito en general es ver qué aporto o puedo aportar, pero siento que tengo aún todo por hacer.