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La novela negra en 5 Ws

5WDurante el lanzamiento y la promoción de Temporada de cizaña he tenido la inmensa suerte de poder participar en una mesa redonda sobre novela negra celebrada en la Feria del Libro de Valencia. Una mesa en la que, como no podía ser de otro modo, surgió la eterna pregunta: Pero… ¿qué es novela negra?

La cuestión no es gratuita porque, en realidad, los seis escritores que estábamos allí –desde la consagradísima Alicia Giménez Barlett hasta este debutante servidor– presentábamos obras de color negro que no tenían mucho que ver unas con otras. Hubo diferentes ideas que contrastaron y pinceladas que, poco a poco, caracterizaron un género que está de moda y que además,  ejerce un influjo que tiene mucho que ver con lo cinematográfico. Quizá por eso lo escogí para mi primera novela.

En cualquier caso, como aficionado al género y también, como experiodista –si tal cosa existe porque, como el personaje de Walter Matthau afirma en Primera Plana “No se pueden quitar las manchas a un leopardo ni enganchar un caballo de carreras a un carro de basura”– quisiera hacer el ejercicio de apuntar algunos rasgos que para mí son característicos. A fin de cuentas considero que el género guarda muchas similitudes con lo periodístico. Por eso la mejor manera de describirlo será, tal vez, recurrir a las cinco canónicas Ws.

Qué: El crimen, no hay novela negra sin elemento criminal. No tiene por qué ser un asesinato; puede ser un robo, un chantaje o cualquier otro elemento que rompa con la normalidad establecida. Que nos recuerde que en el rebaño hay un buen puñado de lobos hambrientos que están ansiosos por sacar los dientes.

Cuándo: En realidad el tiempo no es lo más importante; se podría escribir novela negra ambientada en la antigua Roma como pretende, con salvedades, Lindsey Davis o en el Siglo de Oro como logra, magistralmente, Mateo Sagasta. Sin embargo es cierto que la novela negra es un género actual. Es en el retrato de la sociedad contemporánea donde consigue su expresión más afilada.

Dónde: En cualquier lugar y, sin embargo, preferiblemente en un entorno urbano. Hay thrillers rurales magníficos que, sin embargo, también recurren frecuentemente al entorno urbano. En la ciudad, como bien descubrió Chandler, es donde mejor se logra retratar la oposición que siempre existe entre la civilización y la barbarie.

Quién: Ganadores y perdedores. Pero sobre todo estos últimos. Son los que dan más juego. Porque no tienen que jugarse nada; porque ya lo han dado todo por perdido. Y quizá en esa desesperación resulten los héroes más brillantes, los más justos y, también y con frecuencia, los más improbables.

Cómo: Con ritmo. Con mucho ritmo de hecho. La estructura y la velocidad son imprescindibles. La acción debería ser la norma y los hechos, hablar por sí mismos de personajes, circunstancias y motivos. A menudo los adjetivos sobran. Como en el periodismo, las frases se construyen con sujeto, verbo y predicado. En la novela negra, las flores solo suelen usarse para adornar un féretro.

Y como siempre, queda la sexta W, la más esquiva: el por qué. El periodismo no suele preocuparse ya por ella y sin embargo esta suele ser la más importante en la novela negra. Aunque no siempre se muestre. Desde aquellos periodistas decimonónicos que empezaron a esbozar el género con su naturalismo –Zola, Blasco Ibáñez, Maupassant–, comprender ese por qué es lo que para mí lo hace grande. Allí es donde se encuentra la crítica, la repulsa o la empatía. Es lo que lo convierte en vehículo literario excepcional para retratar, y criticar, la realidad.

Por Marcos García Martí (@elplumilla).