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“Nos dirigimos a lectores inteligentes que aprecian la sátira grosera”

Edu Galán. Entrevista 360 Grados Libros
“Las normas morales no nos pueden condicionar a la hora de publicar”

La sátira española ha dado latigazos a diestro y siniestro, desde políticos y eclesiásticos hasta monarcas y personalidades de la sociedad, para defender una forma diferente y efectiva de criticar y de opinar acerca de aquello que no se consideraba correcto o que, incluso, podía ser perjudicial para el ciudadano de a pie. Hoy, la revista Mongolia, cofundada por Edu Galán, aporta una renovación más que refrescante a esta modalidad de periodismo tan ácido y auténtico.

¿Qué opinas del periodismo que se hace en España?

Creo que se está haciendo de dos tipos: uno grande, controlado por los bancos, y otro independiente, como el de eldiario.es, que pelea por salir adelante.

¿Qué ha supuesto el digital para la profesión?

Un cambio de paradigma. Nos estamos adaptando para descubrir sistemas de negocio nuevos que nos hagan mantenernos y que los grandes gurús del periodismo tratan de investigar.

Con una carta de presentación como el decálogo de la revista Mongolia en su versión online, ¿te queda algo que apuntar a los que busca y ofrece la publicación y quienes la escriben al lector?

Nos presentamos con ese decálogo porque nos dirigimos a lectores inteligentes que aprecian la sátira grosera que cae en el mal gusto, a propósito, pero también el periodismo de rigor. No que nos quieran al 100%, pero que se interesen por la revista. Respetamos la inteligencia del lector para que nos encuentre. No ponemos gatitos para atraerlos.

¿Qué porcentaje hay de ese rigor periodístico del que hablas y qué de burla lícita de la política española?

Yo creo que está bastante medido: son 38 páginas de sátira y el resto de rigor periodístico en el que indicamos que “si usted se ríe, es problema suyo, y que lo lleva profesionalmente Pere Rusiñol.

¿Qué mantiene vuestra publicación de la clásica sátira española de la Edad Media y qué aporta de nuevo?

Mongolia arrejunta la tradición española, la latinoamericana y la startup comedy americana. La sátira española ha estado muy metida en ella misma. Nosotros aportamos la mezcla que, por ejemplo, El Jueves no, ya que ofrecemos noticias reales también.

¿Es más o menos ácida que la de siglos atrás?

La acidez se mide según la sociedad que se critica o la época: un desnudo en el año 1975 era más transgresor que ahora. Comparado con hace siglos también cambia el grado.

¿Es más fácil decir la verdad a través del humor o insultar a un político de forma directa?

Depende. Hay cosas de la realidad que se pueden contar con humor, que son más agradecidas para ello. Nosotros tenemos ese espíritu punk que busca encontrar la emoción en el espectador. Y no siempre tiene que ser una información razonada; puede ser un simple insulto o humor fácil. Detrás de lo que hacemos hay un sentido, está pensado. Hay trabajo intelectual.

¿Por qué hace falta la sátira en una época de crisis y de falta de valores y de corrupción por parte de la política española como la que vivimos?

Somos producto de la época en la que vivimos. En bonanza no hacía falta la sátira porque nos hubieran llamado aguafiestas. Ahora, en cambio, hace falta ser mordaces y el gobierno se delata intentando coartarnos con leyes como la Mordaza.

¿Se queda uno bien a gusto después de lanzar un número de Mongolia al mercado o a veces da cierto miedo por las posibles represalias?

Somos como adolescentes pajeros, ya que no lo pensamos demasiado antes de publicar. Nuestro editor nos controla un poco. Si lo piensas, no lo haces. Solo pensamos en soltarnos y jugar. Aunque después de lo del atentado en el Charlie Hebdo, lo piensas un poco más que antes, pero después de publicar.

¿Alguna portada maldita o que os haya traído muchos quebraderos de cabeza?

En general no. Solo aquellas de temática religiosa. Esto supone un atraso brutal, ya que las normas morales no nos pueden condicionar a la hora de publicar. Cada uno que rece o no, pero que respete y no se meta, ya que retrasan el avance. Sobre todo cuando luego encuentras tantos obispos gordos con un pisazo en Madrid cuando hay tanta pobreza.