Judith Leclerc (@judithleclerc6) es una de las profesionales de la información más valoradas y respetadas de la comunidad periodística dominicana. Con su programa de televisión reconducido a Internet “Mil Historias”, de ámbito social y con el que pisa la calle para conocer de primera mano lo que demanda el pueblo, ha obtenido tanto el reconocimiento de sus colegas periodistas como (y es el que más destaca) el del público que la sigue cada semana con cariño y agradecimiento.
¿Te informas a través de la prensa en papel, digital, radio o televisión?
Leo, temprano en la mañana, todos los diarios digitales posibles. Hace mucho que no tengo un periódico físico en las manos porque no los recibo en casa. Para tener uno debo salir a la calle a comprarlo, asٕí que en mi vida la prensa digital va ganando la batalla. Los periódicos traen siempre al otro día lo que leo en los diarios digitales por las noches. En las noches hago zapping por los mejores noticieros del país por si alguna noticia se me pasa.
¿Cómo crees que se están adaptando los medios tradicionales al trabajo en digital en República Dominicana? ¿Hay resistencias a cambiar de rutinas y hábitos anteriores?
Hace 7 años los medios tradicionales no creían en el periodismo digital. Claro que había resistencia a cambiar de rutina. Pero no sólo los medios de comunicación, tampoco las publicitarias creían. Recuerdo que para ese entonces saqué mis “Mil historias por YouTube” y juraba que iba a tener mucho éxito. Era un ‘web show’ donde yo contaba historias aleccionadoras e inspiradoras, pero resulta que nadie creía en eso. La gente de la televisión estaba renuente a abrir las puertas a una propuesta así, porque decían que un periodismo de ese tipo era imposible sostener, ya que no vendía y mucho menos lo hacía Internet en el país. Ahora todo está enfocado a la Red. Hay páginas de Internet que han creado canales con lo mejor de todo lo que pasa en la televisión dominicana. Así que, la gente ya está viendo televisión por la Internet. Me atrevo a decir que fueron los blogueros y unos pocos periodistas que se impusieron con sus páginas de Internet los que abrieron los ojos de los medios tradicionales. Los periodistas digitales y blogueros les estaban comiendo los caramelos y bien adelante. Es tanto así que importantes noticieros radiales han desaparecido porque los medios de comunicación electrónicos evolucionaron con el avance de la informática.
¿Qué labor están cumpliendo las redes sociales para el mundo del periodismo y de la profesión de periodista?
Las redes sociales son tremendo poder para los periodistas, eso no es secreto para nadie. Ya las redacciones están atentas a todo lo que sucede en las redes sociales pues ahora todo las tiene puede dar la noticia antes que cualquier reportero o periodista. Aunque claro, tiene sus desventajas pues algunas noticias son falsas y es el periodista quien tiene que investigar qué tan cierto es esa noticia que nos ofrecen las redes. Soy de los periodistas que usan las redes sociales para construir. Usamos las redes para pedir ayuda para una persona que debe someterse a una cirugía urgente y no tiene el dinero. Gente que se pierde por años y sus familiares todavía los buscan y se han reencontrado gracias a Facebook, por ejemplo. Creo que los periodistas de este tiempo tienen en la Internet una gran herramienta para poder hacer un gran trabajo, pero también creo necesario que vayan a las calles a buscar la noticia. El día que yo ya no esté en la calle reporteando y corriendo tras la noticia, ese día comienza a morir mi vida de periodista.
¿Cuál es el panorama actual del periodismo en República Dominicana?
No es un panorama muy halagador que digamos. Difícil. Un panorama tétrico. Cada vez hay más voces silentes. A unos que les pagan por hablar y a otros por callar. ¿Puede un periodismo funcionar así? Un periodismo donde cada quien anda buscando lo suyo. La política y los bajos salarios de los periodistas están acabando con este oficio. La prensa se ha corrompido. A medida que el mundo está cambiando y se va volviendo duro, muchos periodistas se han vuelto duros también. Yo aprendí que el periodismo es un sacerdocio y así lo siento. Pocos periodistas piensan en el interés de la colectividad y el bien común de la gente. Es tanto así que la gente del pueblo sabe quién es cada quien y ya saben separar el trigo entre tanta cizaña.
¿Qué diferencias y similitudes encuentras entre el tipo de periodismo que se hace en República Dominicana y en el resto de Latinoamérica?
No creo que sea mucha la diferencia entre unos y otros porque la política contaminó el periodismo en todos lados. Los sueldos de miseria que ganan los periodistas les hacen presa fácil para caer en manos de los políticos.
¿Cuál es la situación actual de la mujer periodista en tu país?
En una rama tan importante como el periodismo de investigación las mujeres lideran. Cada vez más mujeres ingresan a las escuelas de Periodismo, pero la marginación sigue latente. La televisión tiene cada vez más mujeres reporteras que realizan un gran trabajo, pero habrá que investigar si ganan igual que los hombres. Sin embargo, el papel de las mujeres en los medios de República Dominicana ha sido increíblemente importante. Queremos ver más mujeres como directoras de periódicos en el país y liderando y dirigiendo los noticieros.
¿Cuáles son las claves para dedicarse al periodismo social de forma honesta y de calidad?
Para ser periodista con servicio social la primera clave es hacerlo de corazón y verdadera vocación de servicio. Sólo quien siente este llamado especial puede hacer este trabajo porque es un periodismo que implica muchos sacrificios en todo el sentido de la palabra. Implica sacrificios personales, donde tú sufres con los desposeídos, y otros para poder lograr que las agencias publicitarias te apoyen. Vender esas historias en un mundo donde vende el morbo y la locura, es una labor titánica. Lograr el éxito con esta labor es más loable que con cualquier otro tipo de periodismo. He trabajado en cobertura de noticias diarias, y las noticias sangrientas e insólitas corren solas en las redes y donde quiera. En cambio una noticia buena, una noticia social, hay que empujarla mucho para que pueda llegar a más público. Aunque de un tiempo acá las cosas están cambiando porque al mundo le hace falta gente que también cuente lo bueno y promueva la esperanza. Otra clave para hacer un periodismo social e inspirador es ser perseverante. Increíblemente las noticias buenas tienen muchos obstáculos para salir a camino. Una mala, y se te pone todo en bandeja de plata. ¿Y la buena? Tarda más pero su impacto es imperecedero. El bien es como un alud que va haciéndose grandote en silencio.
Defines “Mil Historias” como el primer programa de televisión inspirador. ¿Cuáles son vuestros objetivos periodísticos con él?
Yo soñaba con hacer un programa de historias maravillosas que dejaran a la gente con esperanza, que cuando el programa terminara pensaran que el mundo no está complemente perdido. Me decidí por hacer un periodismo con propósito, un periodismo que cambiara vidas aunque me dejara el pellejo en el camino. Ha sido muy duro el trayecto pero hemos logrado cambiar muchas vidas, ayudar a personas que lo necesitaban y muchos de esos protagonistas me ayudaron también con sus propias historias a ser mejor persona y a valorar mi vida y todo lo que Dios me ha brindado. Nos convertimos en pioneros en hacer periodismo positivo e inspirador y los primeros en transmitir un show por Internet. El camino ha sido largo pero lo hemos disfrutado y, sobre todo, hemos brindado un poco de alegría y esperanza. Y muchas vidas han sido cambiadas.
¿Cuándo te diste cuenta de que querías contar historias de gente común? ¿Al mismo tiempo que te interesaste por el periodismo? ¿Qué te aporta?
He hecho todos los tipos de periodismo y estaba algo cansada de denuncias y tragedias. Sentía una necesidad imperiosa. Especialmente por las noches era que me atacaba la ansiedad de hacer un periodismo distinto al que estaba haciendo todo el mundo, aunque ello significara nadar contracorriente. Lo que le puso la tapa al pomo fue una llamada que recibí un día de un hombre que se parapetó en su casa y pensaba suicidarse y matar a su familia. Yo trataba de convencerlo y no pude. Desde ese día decidí cambiar de camino: contaría historias que aportaran. En seis años logramos cinco nominaciones a los premios de periodismo más importantes de República Dominicana como son los premios Casandra, hoy Soberano. Hemos ganado dos estatuillas que nos han llenado de mucha alegría. Pero lo más asombroso ha sido lograr que gente que no tuviera casa donde vivir hoy tenga un techo, que niños que no podían caminar hoy corran por los parques gracias a la solidaridad de tanta gente que ve “Mil Historias”. Es nuestro mayor premio. Es la verdadera felicidad.
¿Cuál es el último libro que has leído sobre periodismo y cuál recomendarías?
Estoy leyendo El reportaje de la historia, un libro de Alfonso Basallo que trata sobre las grandezas y las miserias de la humanidad desde la época de las pirámides hasta la Internet. Es un libro fascinante, un recuento de 50 autores, entre ellos, periodistas, historiadores y escritores.