El periodista gallego Fernando González “Gonzo” (@a_lo_gonzo) expresa en el prólogo de Peláez. Historias de un periodista de provincias, de David Barreiro (@_davidbarreiro), que “el ejercicio del periodismo consiste en no renunciar a las consecuencias de descubrir la verdad”. ¿Y quién mejor que un plumilla sabe lo que supone conocer lo que hay detrás de las apariencias de la sociedad, de los discursos políticos y de los acuerdos empresariales?
Como bien expresa el prologuista, “todos llevamos un Peláez dentro” y quien no lo lleve no puede entender los sacrificios y la vocación que existe tras el trabajo de periodista de provincias, siempre al pie del cañón para encontrar la noticia en la realidad sin maquillar. El propio Gonzo lo fue en sus tiempos mozos, en los que lidió con jefes comerciales, más preocupados por conseguir anunciantes “de a 25.000 pesetas al mes” que en ofrecer contenido de calidad a su público.
El periodista recuerda cómo hizo mano en esto del periodismo, no solo en la calle, sino en los bares al atardecer, entre grupos de veteranos a golpe de cubata. “Me fío de la gente que ahoga sus penas en una barra porque lo hacen con una sinceridad y una despreocupación solo alcanzable a través del alcohol o de la cercanía de la muerte”, afirma Gonzo.
Pero este prólogo no es tampoco un compendio de estereotipos de empresa periodística y de sus actores, ya que, por suerte o por desgracia, ni todos los jefes son como el de Peláez, ni todos los periodistas que conviven con patronos incapaces o con intereses económicos en las alcaldías y demás entes gubernamentales poseen la esencia de este plumilla.
Lo que sí es cierto es que Gonzo, como muchos otros apasionados del periodismo, considera necesaria la figura del periodista de provincias, ya que “el descrédito de la profesión” sería lo único que les restaría a los que se dedican a comunicar si murieran todos aquellos Peláez que se desplazan en busca de la verdad cada día.
Al igual que si no existieran personas interesadas en la información, un público anhelante de conocer lo que pasa a su alrededor. Solo queda leer el libro para saber si el plumilla opta por cumplir con este propósito vocacional hasta el final de sus páginas, por el bien de la ciudadanía, o no. Como finaliza su prologuista la introducción: “Si te atreves, cuenta conmigo, Peláez”.
Puedes comprar tu ejemplar de Peláez. Historias de un periodista de provincias aquí.