Hoy toca a la puerta de 360 Grados Libros la crudeza, la claridad, la ironía y la profesionalidad del que fuera uno de los grandes baluartes del grupo editorial andaluz Joly como jefe de Economía para sus nueve cabeceras. Hablamos de Fede Durán (@fede_duran), abogado de instrucción y periodista de vocación que ha desarrollado, a su vez, su faceta de escritor de ficción con títulos como Guantes negros y La mirada de Mónica Vitti. También brinda sus artículos a los medios Actualidad Económica y Diari ARA.
Estás más que ligado a la prensa escrita, pero, a la hora de informarte, ¿eres más de prensa, digital, radio o televisión?
Soy una esponja, como todo periodista, aunque en mi rotación la radio queda un poco olvidada, y no por falta de cariño. Papel y digital prácticamente se solapan, y de ahí vienen algunos de los grandes males del sector. Y la TV, aunque ha perdido esos documentos de enjundia de hace décadas, aún te permite una mirada de rayo sobre la evolución de la jornada y sobre el sedimento que queda al final del día. Después está todo lo demás, que diría Perogrullo: la literatura, el cómic, el cine, las gacetillas de barrio o el mero transcurrir de la gente aporta siempre claves y sensaciones que tarde o temprano afloran.
¿Cómo definirías el buen periodismo?
El buen periodismo es aquel que fiscaliza al poder y reafirma cada día su compromiso con el código deontológico: rigor, independencia, curiosidad, frescura, denuncia, investigación. Un periodista que cede a las presiones es un siervo. Uno que se vende, un cipayo.
¿Queda todavía mucho por hacer en prensa o la esperanza del periodismo reside en su adaptación al digital o en los propios medios nativos digitales?
Nadie hasta la fecha ha sido capaz de contestar a esa pregunta, ni siquiera en las cortes púrpura del New York Times, The Guardian o el Washington Post. Se dice que el papel resistirá a escala reducida como un producto gourmet y que lo demás será digital. Las ventajas de este segundo formato son obvias: interacciones, actualizaciones, comodidad, ubicuidad, factor generacional (¿ves a mucha gente por la calle con el periódico bajo el brazo? ¿Cuánto tarda un niño en aprender a manejar un smartphone o una tableta?). El problema no es el cómo (será digital) sino el cuándo (y esto dependerá de los ingresos por publicidad y suscripciones, que avanzan, pero siguen lejos de la edad de oro del papel).
¿Se hace actualmente un buen trabajo periodístico a través de las redes sociales? ¿Qué crees que domina las redes a nivel periodístico? ¿Qué cualidades debe presentar ese buen trabajo periodístico en las redes?
Desconfío de las redes sociales, porque son un marasmo donde conviven la información, los chascarrillos, las opiniones de 140 caracteres y el insulto permanente. Un lugar que permite la coexistencia de periodistas y analfabetos funcionales ha de utilizarse con prudencia. Respecto a la labor estrictamente informativa, y respecto a las tres cuestiones que planteas, diría que: 1. Las redes sociales son la punta del iceberg, la publicidad-neón, el lema que te hace pinchar y buscar el grueso del reportaje, y en ese sentido su utilidad es indiscutible. 2. Creo que domina el eslogan: mi caramelo envuelto en el mejor papel para que te fijes en él y no en otro. 3. Las mismas cualidades que el trabajo periodístico en general con el añadido nada desdeñable de la velocidad.
¿Se practica buen periodismo económico en España? ¿Se pueden encontrar buenos análisis en este ámbito o los artículos acaban siendo muchas veces un revuelto de cifras y porcentajes simplemente expuestos?
Hay excelentes periodistas económicos, pero quizás se trate de la sección más compleja de todas porque es aquella donde más clara queda la doble naturaleza de los medios de comunicación: empresas que informan pero que a la vez buscan el beneficio. Traducción: a ver quién le mete el dedo en el ojo al Santander o a Telefónica si son los principales anunciantes o patrocinadores de tu periódico. Un buen análisis exige en este ámbito más precisión, por ejemplo, que el periodismo político, donde las interpretaciones permiten mayor flexibilidad en el argumento. No creo que los periodistas económicos tiendan en general a las tortillas de datos y porcentajes, necesarios pero insuficientes para construir el relato: necesitas contexto (pasado) y también grandes dosis de pedagogía. Hoy media España sabe qué es la prima de riesgo, pero las primeras veces era obligatorio repetir la explicación.
En etapas de tu carrera, cuando no has escrito sobre economía, has publicado cuentos y novela. ¿Qué te ofrece esta dicotomía profesional a la hora de escribir?
La ficción es la lucha por el campo sin puertas. Digo la lucha porque ahí el escritor se enfrenta a su gran enemigo interno: la autocensura. En cualquier caso, periodismo y literatura comparten cordón umbilical, tal y como diría Quim Monzó, y se complementan y retroalimentan. Hay que ser fino: existe una geometría variable en los géneros periodísticos. Unos se adaptan mejor a las armas literarias (cultura, crónica) y otros exigen sobriedad monacal (si presentas los resultados trimestrales de La Caixa es un pelín forzado que arranques con una cita de Quevedo). Me atrevería a añadir que, si le damos la vuelta al calcetín, las cosas cambian: hasta el más ínfimo de los recursos periodísticos enriquece la experiencia literaria. Un escritor que sea o haya sido periodista contará siempre con ese valor añadido.
¿Es difícil para un periodista de prensa pasar de redactar un artículo de una página de Word a una novela de 300-400 páginas? ¿Son labores complementarias?
Son mundos alejados en cuanto al proceso. La novela exige una constelación mental, un esquema que crece poco a poco y a menudo autónomamente, conforme arraiga en tu cabeza y el tiempo y las experiencias pasan. Una novela es un triatlón extremo sometido a diversos rituales mientras que un artículo es un sprint parcialmente secuestrado por los reflejos. Además del proceso está el método: en una redacción manda el cronómetro; en casa o en una cafetería la percusión constante, la concentración elevada, la lucha permanente contra el miedo a contar una historia fallida.
¿Cuál es el panorama actual del sector editorial en el campo de los libros escritos por periodistas? ¿Reciben interés?
No sabría qué contestar porque consumo ficción e historia, básicamente. En mi otra rama favorita, que es el cómic, sí se viene detectando desde hace años una irrupción del tebeo periodístico (Joe Sacco, con matices Guy Delisle, Marjane Satrapi) que desde luego no me sobra. Sí me queda la sensación, volviendo al origen de la pregunta, de que proliferan los libros oportunistas, las memorias de medio pelo y los ensayos por encargo. En mi opinión se trata de subproductos de difícil digestión.
¿Cuál es el último libro que has leído sobre periodismo y cuál recomendarías?
Recomendaría todos los de Ryszard Kapuściński y todos los de William Shirer. El último que ha pasado por mis manos es La Venganza de la Geografía, de Robert Kaplan, una auténtica biblia del conocimiento.