Ha pasado por todos los tonos del abanico cromático del periodismo, aunque su pasión por el deporte le ha llevado a centrar gran parte de su carrera profesional en seguir los acontecimientos más destacados de esta área temática y, sobre todo, los pasos en su camino al estrellato futbolístico del D10s, Diego Armando Maradona. Pero José Manuel García (@butacondelgarci) también es un prolífico escritor de ficción y de no ficción. Su novela más destacada es El arma de los invisibles (Punto Rojo: 2010), un “thriller muy particular”, como indica el propio autor, y en unos días presenta El frío anochecer de los espejos (Pentian: 2015), que se compone de “cuatro escenarios (Madrid, Barcelona, Medellín y Buenos Aires) que al final se funden en una sola historia”.
¿Has migrado a la lectura de prensa a través de la tableta o del móvil o todavía eres de los que (simbólicamente) se pringan las yemas de los dedos pasando páginas de papel?
Hasta hace tres años, mis dedos se ensuciaban con la deliciosa y muy trabajada tinta de los periódicos en una proporción de cinco a tres, pero desde ese tiempo a ahora te confieso que la proporción ha dado un vuelco a favor del pantallazo. De todas formas, y como soy un romántico, mi estómago cosquillea de nostalgia cuando veo un quiosco de prensa. Mi bolsillo hormiguea y me tiro de cabeza a por un periódico. Soy un sentimental. Pero he de reconocer que el papel en prensa tiene los días contados. Es un enfermo terminal.
Has tocado todos los soportes del periodismo: radio, televisión, prensa en papel y digital. ¿Qué te quedas para tu bagaje profesional de cada uno de ellos?
Que aprendí de todos. Que no dejo de aprender, que jamás colgaré el bolígrafo y mi ordenador quedará encendido el día que me vaya al otro barrio. El periodista nace, vive y muere con las botas puestas. Mi secreto siempre fue ese: nunca me consideré un maestro de nada y sí un aprendiz de todo. Descubrí la televisión con 50 años y fue un flechazo de quinceañero. Eso de contar historias en un minuto es fascinante. Internet y prensa escrita son dos hermanos que congenian muy bien, aunque el primero sea más pijo y presuma de muchas luces. Con la radio ando un poco más torpón. Pero yo soy muy cabezota para todo y no bajo los brazos.
¿Cómo definirías el buen periodismo?
El buen periodismo es el que te cuenta las cosas sin darte mucha coba y busca hospedarse en el corazón de la gente. El buen periodista es el que busca a los ciudadanos por encima de todas las cosas y mira de reojo y con desconfianza los resortes del poder. Por desgracia, en este país el periodismo ha comido demasiadas veces en la mesa de los poderosos y dormido en el mismo colchón que ellos, dando la espalda a los ciudadanos. Por eso la gente ha puesto al periodismo bajo sospecha.
¿Se hace actualmente un buen trabajo periodístico a través de las redes sociales? ¿Qué crees que domina las redes a nivel periodístico?
Las redes sociales son una granada de mano que explota demasiadas veces. Twitter y Facebook son calles en muchas ocasiones habitadas por irresponsables, que en nombre de ellos mismos hacen demasiado daño. Te abres una cuenta, escribes un par de chorradas contra terceras personas y te crees el rey del mambo. Hay que tener mucho cuidado con este tipo de falsos Gary Cooper. En la otra acera existe también una legión de buenos tipos que hacen la contrarréplica. En general, las redes sociales no son más que la consecuencia descarnada de una sociedad que hace tiempo ha perdido el rumbo.
Has dedicado gran parte de tu carrera profesional al periodismo deportivo. ¿Cuáles son las principales cualidades que debe poseer esta rama del periodismo para alejarlo de coletillas, frases hechas y vicios más o menos aceptados?
En primer lugar, un periodista deportivo y en general cualquier periodista no debe andar enemistado con la cultura, porque en el fondo y en la forma un periodista es un elemento indispensable y directo de llevar la cultura al lector, a la gente. Por tanto, no concibo un periodista que no lea y no se documente. Y mientras más, mejor.
¿Estás a favor del uso tan subjetivo, literario y de las mencionadas coletillas que se hacen en el periodismo deportivo de radio y prensa? ¿Por qué se permiten estas licencias en este tipo de periodismo y no en otros?
Hubo un tiempo, y de esto no hace tanto, que la radio reinaba por encima de todas las cosas y, en nombre de una independencia sui géneris, se hablaba con falta de ortografía. Esas faltas eran groseras y, como todo lo malo, se pegaba en el lomo de los periodistas vagos. Recordarás esas frases que recorrieron nuestra geografía y nos martilleaban la sensibilidad: “Síiii, José María: reeeeeeeeeessssstan dos minutos para que acabe el partido”. ¿Restar un partido? Supongo que el entusiasmado periodista querría decir que faltaban cinco minutos o quedaban cinco minutos. Puede que un día de exceso, los tales también pudieran haber dicho: “Multiplican cinco minutos para que dé comienzo el choque” o “dos minutos para que dividan el partido”. Lo malo del asunto es que muchos jóvenes periodistas llegaron a las redacciones con esos pésimos hábitos de expresión. Por fortuna, también ha existido una corriente de periodistas deportivos contraria a estos bárbaros de la palabra y han aplicado un poco de cultura en las venas de la gente.
¿Los propios periodistas han potenciado la centralización en medios del fútbol por encima de otros deportes, en consecuencia, minoritarios, o ha sido cosa de toda la sociedad?
El fútbol es el deporte rey en España, el que congrega un mayor número de aficionados y, por tanto, el periodismo deportivo no ha sido ajeno a ello. Por fortuna, en España han existido hombres y mujeres espléndidos que han reivindicado las bondades de otros deportes y lo han sacado de las catacumbas. Por ejemplo, el baloncesto, el tenis, el ciclismo, la natación y, en los últimos tiempos, Carolina Marín ha puesto el bádminton en órbita. De todas formas, reconozco que el fútbol tiene una fuerza indómita imposible de superar. Para bien o para mal, los españoles tenemos el fútbol en los genes y los periodistas deportivos no somos ajenos a ello. Encima, en los últimos años han salido futbolistas con talento que nos hicieron campeones muchas veces. ¡Qué se le va a hacer!
Eres actualmente uno de los periodistas que más entrevistas ha realizado a Diego Armando Maradona. ¿Qué te ha supuesto a nivel profesional el incansable seguimiento de este mito del fútbol internacional?
Confieso que la vida y Maradona me brindaron esa suerte. Yo estaba en el sitio justo y en el momento adecuado y agarré esa pelota. Luego llegó todo de corrido. Mi cabezonería, el azar y el hecho incuestionable de que desde el minuto uno le caí bien a D10s, hicieron el resto. Diego, su confianza en mi persona y en mi profesionalidad hicieron que me colocara en primera línea del periodismo. Durante casi una década seguí a Diego Maradona a todas las partes del mundo. Fue apasionante, pero también tuvo un costo personal, porque seguir el rastro de D10s genera un tremendo desgaste de energía. Ahora miro atrás y todavía me palpita el corazón. Digamos que fue emocionante conocer a Maradona. Para lo bueno y para lo malo.
¿Te sirve la escritura poética como vía de escape a la reñida actualidad periodística? ¿Qué te aporta?
Yo siempre escribí lejos del deporte y siempre escuché a mi corazón. En el fondo, soy un contador de historias que se llama periodista. Lo que pasa que, ya en casa, le pregunto muchas cosas a esa persona que está en el otro lado del espejo y entre los dos confeccionamos un mundo de nubes y pasiones a través de la escritura. De chico solía hablar conmigo en los momentos que creía estar solo, ahora de grande no perdí ese hábito. Entre mi corazón y yo hay muy buen rollo. Le suelo hacer mucho caso.
¿Cuál es el panorama actual del sector editorial en el campo de los libros escritos por periodistas?
El único encargo editorial que recibí como periodista fue realizar un trabajo sobre Messi (Messi, sueños de un principito, Editorial Al poste), del que quedé satisfecho. La editorial no se interpuso en la línea que yo pretendía seguir: escribir sobre Messi desde un punto de vista personal y ateniéndome a una pregunta: ¿cómo demonios un tipo que no llega al metro setenta es capaz de hacer las cosas que hace con una pelota? Muchos personajes (Valdano, Del Bosque, Bilardo, Menotti, Cappa, Martí Perarnau o Gaby Ruiz) trataron de responder en vano a la pregunta: es un milagro sobrenatural lo de ese chico. Encima metí al personaje de El Principito de Antoine Saint Exupery para enredar un poco más. Un día me topé con la sorpresa de que el libro fue traducido al húngaro.
¿Cuál es el último libro que has leído sobre periodismo y cuál recomendarías?
En los últimos tiempos he leído libros de unos cuantos periodistas, también grandes escritores. Frases de fútbol, de Miguel Gutiérrez (@lalibreta); el libro de Antoni Daimiel, El sueño de mi desvelo; el de David Ruíz, Fútbol que estás en la tierra, o el último de Daniel Pinilla, Operación Malinche. Estos libros sirven para que el lector pase un buen rato y sepa que el Periodismo Deportivo se escribe en mayúscula.