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“Buena parte de la crisis de los medios proviene del abandono del compromiso”

"Hacer periodismo en un país que no es el tuyo te lleva a construir las historias, quizá, con más libertad"
“Hacer periodismo en un país que no es el tuyo te lleva a construir las historias, quizá, con más libertad”

Agitada, atareada a más no poder. De arriba a abajo. De hecho, la conversación que entablamos con la periodista internacional y corresponsal Laura Villadiego (@lauravilladiego) se ha producido mientras surca los aires en avión en uno de sus extensos, pero motivantes viajes que le hacen recorrer el Sudeste asiático en busca de la noticia, de la historia que le aproxime a la difícil realidad de cada país. Villadiego hace ya un tiempo que se puso el mundo por montera y decidió ejercer su profesión fuera de nuestras fronteras. Bruselas, Camboya y actualmente Bangkok, lugares que le han ayudado a cambiar su perspectiva de la vida en su afán por desarrollar un periodismo comprometido, de visibilizar otras realidades diferentes a la nuestra. Y todo este trabajo de corresponsalía lo desarrolla, en parte, a través de su proyecto Carro de combate (@carrocombate), junto a Nazaret Castro, gracias a un arduo trabajo de investigación, documentación, auto edición y crowdfounding.

¿La vocación profesional te vino ya desde el asiento trasero del Renault 5 de tu padre? ¿Qué queda de esa curiosidad de la infancia?

Vino un poco después, pero no mucho. La vocación fue en realidad bastante temprana. Siempre me gustó escribir y prefería contar historias reales a inventadas. No sé si la curiosidad de la infancia está totalmente intacta, pero sin duda es algo que no puede morir en un periodista. El que no tenga curiosidad no buscará historias, sean las que sean, y no estará haciendo periodismo.

¿Es necesario tener esa ansia de compromiso o de servicio a la ciudadanía para dedicarse al periodismo?

Yo creo que el periodismo debe entenderse como un intento de explicar la realidad de la forma más honesta posible y, en ese sentido, para mí es un servicio a la ciudadanía. Y buena parte de la crisis de los medios viene precisamente de haber abandonado ese compromiso y de haber manipulado frecuentemente la información en beneficio de gobiernos o empresas que compran a los medios. Yo creo que buena parte de los periodistas, o al menos con los que yo suelo discutir, aún tiene ese compromiso, pero se encuentran cada día con una realidad frustrante en la que tienen que elegir entre defender sus principios o cobrar un sueldo.

¿Qué te llevó a no quedarte en España para ejercer tu profesión?

Fue también la curiosidad. Desde ese momento en el que decía que quería ser periodista, también quería que fuera en el extranjero. Hacer periodismo en un país que no es el tuyo te lleva a construir las historias de una manera diferente, quizá con más libertad. Aunque cada vez más pienso en volver algún día a España y ver si soy capaz de hacer el mismo tipo de periodismo.

¿Ese reporterismo de corresponsalía significativo y destacado de grandes periodistas de la talla de Kapuściński te impulsó a dar el salto hacia el extranjero también?

La mayoría de los periodistas, especialmente los que queremos dedicarnos a internacional, hemos leído a los grandes reporteros desde la facultad. Pero creo que a mí me influían más las crónicas y los reportajes que leía cada día en el periódico y la mayoría de ellos no era de ninguno de estos grandes corresponsales. Y me ha influido mucho, sobre todo, el trabajo diario con ellos y lo que he aprendido de otros compañeros con los que he hecho coberturas.

¿Qué libros de reporterismo internacional te han marcado a lo largo de tu carrera profesional?

Más allá de los clásicos, la mayor parte de los libros de reporterismo que he leído han sido sobre Asia y, muy especialmente, sobre Camboya. Me gusta bastante lo que escribió y sigue escribiendo Nayan Chanda, pero creo que el libro más interesante de todos los que he leído es The Lost Executioner de Nic Dunlop, no sólo por la historia que cuenta sobre uno de los principales verdugos durante el régimen de los Jemeres Rojos, sino por la ardua búsqueda periodística que hay detrás de ese libro.

¿Por qué Camboya y, posteriormente, Bangkok?

Yo tenía interés por Asia y me surgió la oportunidad de ir a Camboya, así que la aproveché. Tras tres años trabajando allí, Bangkok era el destino más lógico para continuar mi carrera, puesto que podía tener una continuidad en los temas en los que ya estaba trabajando, y me ofrecía al mismo tiempo un mayor acceso a fuentes y una mayor movilidad.

¿Cuál es la situación actual del Sudeste asiático a nivel político desde el prisma desde el que estás trabajando actualmente?

En el Sudeste Asiático hay 10 países existen diferencias tanto en sistemas políticos como en realidades culturales. Hay desde férreas dictaduras, como la de Laos, a sistemas más o menos democráticos, como en Indonesia. Pero todos comparten ciertas características como su rápido crecimiento económico durante los últimos años, salvo excepciones, el fuerte poder de los militares en la mayoría de los países y la corrupción enquistada, de la que sólo se libra – y no del todo – Singapur. Además, es una región en la que, aunque existen algunas democracias teóricas, la violación de derechos humanos es sistemática en todos los países.

¿Qué opinas de la actual fuga de cerebros de periodistas jóvenes? ¿Crees, como indica el gobierno, que enriquecerán el sector en España cuando pase la crisis y regresen?

Hay, sin duda, mucho cinismo en esas declaraciones que se hicieron. Pero es cierto que salir y trabajar en otros países te aporta experiencias que probablemente no vas a tener en España. No obstante, creo que es la crisis en sí la que está enriqueciendo el periodismo en nuestro país. Los grandes medios han perdido calidad durante los últimos años, pero han surgido nuevos proyectos que están haciendo cosas muy interesantes.

¿Por qué te embarcaste en Carro de combate? ¿En qué trabajáis a través de este proyecto?

Carro de Combate nació de la inquietud que nos provocaba tanto a Nazaret Castro, mi compañera en esta aventura, como a mí, lo que observábamos a nuestro alrededor y que apenas habíamos percibido cuando vivíamos en Europa. Cuando empezamos a hablar del proyecto, ella aún vivía en Brasil y yo estaba en Camboya y cada día conversábamos con trabajadores explotados de esas grandes marcas que habíamos comprado durante toda nuestra vida. Como cada una estaba en una punta del planeta, decidimos aunar esfuerzos e intentar explicar las cadenas de elaboración de productos de consumo cotidiano. Ahora somos cuatro personas y acabamos de sacar nuestro segundo libro, que se llama como el mismo proyecto: Carro de Combate. Consumir es un acto político.

¿Qué nos puedes contar acerca de Amarga dulzura?

Fue la primera investigación en profundidad que realizamos en el proyecto Carro de Combate. Elegimos el azúcar precisamente por el acceso que teníamos a los mayores exportadores mundiales de este producto (Brasil y Tailandia). Para elaborar el libro realizamos varios viajes y entrevistamos a decenas de personas, además de realizar un trabajo de documentación previo a través de libros e informes. Fueron aproximadamente siete meses muy intensos, pero es casi imposible hacer una investigación de este tipo en menos tiempo.

¿Qué métodos alternativos a nivel editorial habéis utilizado para la venta y difusión de algunas de vuestras publicaciones?

Amarga Dulzura fue un proyecto totalmente auto editado. Nosotras hicimos todo el trabajo, desde la búsqueda de fuentes a la maquetación, y buscamos el apoyo de nuestros lectores para financiarlo a través de un crowdfunding. Fue un método algo particular puesto que, en vez de establecer un periodo determinado de tiempo, lo hemos dejado abierto para todo aquel que nos quiera seguir ayudando a cubrir los costes que nos supuso la investigación, y que pagamos de nuestro bolsillo. Creamos así la figura de los mecenas, que aportan la cantidad que deseen de forma anual y, a cambio, además del libro, les enviamos información adicional. Auto editar un libro supone mucho trabajo, pero también es muy satisfactorio, especialmente cuando mantienes la relación con tus mecenas en el tiempo y ellos se convierten en tus mejores aliados, pero también en tus mejores críticos.

¿Qué opinas de la situación del sector editorial enfocado a los libros publicados por periodistas? ¿Reciben interés?

Han surgido algunas iniciativas últimamente centradas precisamente en este tipo de libros. Son en general más difíciles de vender, pero creo que pueden tener cierto éxito si se hace un buen trabajo de promoción.

¿Cuál es el último libro que has leído sobre periodismo?

Leo muchos libros de no ficción escritos por periodistas más que sobre periodismo. El autor más interesante en este género en España es Ander Izaguirre y, especialmente, su Groenlandia cruje. Ahora estoy leyendo Hun Sen’s Cambodia de Sebastian Strangio.