Existe una pequeña librería que tal vez nunca hubierais conocido si se hubiera fundado en décadas anteriores sin adentraros en lo más profundo de Valladolid. Se trata de Primera Página (@libreriaprimera), ubicada en la localidad de Urueña, un espacio lleno de libros y de encanto que pone el punto de atención en el periodismo. Y el que quienes la conduzcan sean los experimentados periodistas Fidel Raso y Tamara Crespo (@TamaraCrespoPer) tiene mucho que ver. Ellos, que un día, agotados del estrés que supone en muchas ocasiones dedicarse a esta profesión, decidieron asentarse en este acogedor pueblecito, la única Villa del Libro de España. ¿Puede haber mejor lugar para montar una librería? Crespo nos responde.
¿Qué aporta a un lector la lectura periodística en formato libro?
En la actualidad están surgiendo muchas apuestas por lo que se denomina “periodismo de largo aliento”, aunque en realidad, podría decirse que es algo que se inventó con el Nuevo Periodismo. El periodismo en formato libro supone, para el periodista, poder desarrollar sus historias en todo lo que den, y para el lector, profundizar en temas que, en los medios, se tratan de forma más superficial o sucinta. El Nobel concedido recientemente a la periodista Svetlana Alexiévich representa un reconocimiento de la calidad de este género periodístico, que podría definirse también como el de la crónica o el reportaje extensos, y la prueba de que puede tener también un marcado valor literario.
¿Cuál es la intención editorial de Primera Página?
En primer lugar, buscar precisamente la conexión entre el lector y todo ese buen periodismo que se hace y se ha hecho. Nos dirigimos a los colegas que quieran conocer otros trabajos periodísticos y a estudiantes de Periodismo, pero sobre todo, a personas interesadas por las buenas historias de no-ficción. Nos especializamos también en fotografía porque Fidel ha dedicado sus 30 años de vida profesional al fotoperiodismo, y es otro ámbito con muchos buenos libros. Los viajes son el tercer gran epígrafe en Primera Página porque ambos somos viajeros. En literatura de viajes hay muchas hermosas e interesantes obras, algunas escritas, por cierto, por periodistas, y de hecho hay editoriales que están publicando muy buenos libros, excepcionales, como Confluencias, que nos gusta especialmente. También tenemos guías antiguas y descatalogadas, que son curiosísimas, entre otros temas.
¿Qué le aportan dos periodistas a la gestión y funcionamiento de una librería?
Hay una tendencia en el mundo de las librerías que lleva ya bastantes años de desarrollo y que va más allá de ser un mero punto de venta. Es el modelo, por ejemplo, de librerías-café. Un librero puede ser un dinamizador cultural y el perfil de un periodista, de un comunicador, es perfecto en esa línea. Nosotros queremos que la librería sea un punto de encuentro, de intercambio de ideas, un lugar en el que conversar… Para eso están las presentaciones de libros, de las que hemos organizado ya dos, y actividades como exposiciones. Ahora estamos organizando el primer club de lectura que habrá en la Villa del Libro. Otra parte importante es, de hecho, la comunicación. Nuestra web, que está en construcción, será muy “periodística” en el sentido de ofrecer información no sólo sobre libros, sino sobre todos los temas que tocamos. También le damos mucha importancia a las redes sociales, y si yo tuviera que contratar un gestor de redes sociales, buscaría un periodista: no sólo se trata de manejar las herramientas, sino de saber darles contenido y proyección, de comunicar bien.
¿Por qué es Urueña el enclave perfecto para ubicar físicamente vuestra librería?
En nuestro caso, Urueña no ha sido el lugar buscado para montar la librería, ha sido al revés. Es decir, primero nos gustó el pueblo, nos establecimos en él y, luego, con los años, ha surgido la idea de crear la librería. Cuando llegamos a Urueña, en 2001, aún faltaban seis años para que se convirtiera en Villa del Libro. El pueblo es muy singular, con una belleza y una fuerza que a nosotros nos atrapó. El medievo está presente en sus murallas y su ermita románica, el paisaje que se contempla desde el altozano en el que se sitúa es sobrecogedor, con unos atardeceres sobre Tierra de Campos espectaculares. Además, cuando llegamos ya tenía vecinos tan especiales como el folclorista y músico Joaquín Díaz o el también músico Luis Delgado, al que se sumó Amancio Prada, un diseñador gráfico, Juan Antonio Moreno, unos encuadernadores, Fernando Gutiérrez y Rosa de Miguel, y un librero, el pionero Jesús Martínez.
¿Es el mundo editorial una buena salida alternativa para periodistas afectados por la crisis económica? ¿Cuál fue vuestro caso?
No se si el mundo editorial es una alternativa, pero lo cierto es que, ante la crisis, ya larga, larguísima, que vivimos en la profesión, muchos periodistas se han lanzado a ser editores de sus propios medios. En nuestro caso forzamos nuestro retiro de la prensa diaria porque las condiciones eran cada vez peores para el ejercicio de la profesión, no ya en un sentido económico, sino sobre todo, por el esfuerzo sobrenatural que se exige a cambio de sueldos indignos. Cuando llegas a puestos de responsabilidad, como fue sobre todo mi caso, en que ejercí de subdirectora y adjunta a la dirección de distintos periódicos, mantener una ética frente a las presiones externas e internas se vuelve realmente difícil y cuando resulta imposible mantener siquiera unos mínimos, es mejor dejarlo. No obstante, el periodismo es una vocación tan fuerte que nunca lo dejas del todo. Nosotros seguimos escribiendo y haciendo fotos, pero como queremos hacerlo. La librería es también un punto de conexión con la profesión y nuestros colegas, así que estamos encantados en esta nueva faceta.
¿Y la escritura de libros?
Mientras ejerces, sobre todo de la manera como he descrito que se hace hoy en día en muchos medios, a veces con tres páginas de información diarias, es muy difícil tener tiempo y energía para escribir libros. Y si no tienes trabajo, la cuestión prioritaria es buscarte las habichuelas. Hay periodistas que consiguen sacar tiempo de su trabajo para desarrollar en forma de libro las historias sobre las que trabajan o para hacer recopilaciones de artículos. Y están también los superdotados, unos pocos, periodistas a los que admiro, como Alfonso Armada o Manu Leguineche, que han sido capaces de ejercer la profesión en los niveles más exigentes y, además, han escrito maravillosos libros. No creo que escribir libros sea una salida profesional para periodistas, salvo que consigas ser superventas como Truman Capote o Gay Talese. Además, por desgracia, hay periodistas a los que escribir artículos, reportajes o libros les supone vivir amenazados de por vida, como le ocurre a Roberto Saviano, sufrir persecuciones, cárcel o, en muchos países, la muerte.
Sois un ejemplo de que se puede emprender en tiempos de crisis. ¿Cómo estáis haciendo sostenible vuestra editorial?
La librería no es sostenible aún. Espero que lo sea algún día, porque lo poco que tenía está invertido en ella, pero cuando la gente me pregunta, que lo hacen muchos “¿Se puede vivir de esto?”, yo siempre contesto que depende de cómo quieras vivir. A nosotros nos gusta esta vida, la buscábamos: tranquilidad sin lujos, sin lujos entre comillas, porque es un lujo depender de uno mismo, respirar aire puro, poder contemplar el atardecer. En una redacción siempre te pierdes el atardecer, salvo que te pille fuera, y en ese caso, es trabajando y un poco tarde ya, con la espada de Damocles del cierre sobre la cabeza, así que disfrutarlos, poco. Los amaneceres tampoco, nada, salvo que seas periodista de radio matinal. En fin, después de 20 y 30 años que llevábamos en la prensa diaria, teníamos ganas de disfrutar de todo esto, y de nosotros mismos, porque por mucho que te guste el trabajo, hay un límite físico y mental.
¿Qué suponen Internet y las redes sociales para el periodismo y para el trabajo de periodista? ¿Y para el mundo editorial?
Son una herramienta imprescindible y también pueden ser un foco de problemas, como cualquier herramienta de comunicación. Desde luego, no se puede utilizar Internet como fuente de información única y fidedigna, como por desgracia sucede a menudo. Siempre se ha hecho buen periodismo, y hasta hace relativamente poco tiempo ¡no había internet! Pero desde luego son una muy valiosa herramienta para comunicar y comunicarse. Las redes sociales pueden acabar volviéndote loco, atrapándote o exponiéndote en demasía o de forma errónea. Puedes perder el control, aunque eso de controlarlo depende más de uno mismo de lo que suele admitirse. Esa es la parte mala, pero la buena es buenísima, te conecta con gente con tus mismos intereses e inquietudes aunque estén al otro lado del mundo y te permite llegar a lugares y personas antes inaccesibles. También es una ventana llena de cosas interesantes, aunque haya que seleccionar mucho y resulte inabarcable.
¿Qué futuro le depara a la profesión de periodista? ¿Cómo debe ser el periodista de mañana?
Jamás diría a nadie, como muchas veces he oído decir, incluso a periodistas, que no estudie Periodismo. Si quieres ser periodista, la vocación se demuestra primero eligiendo la carrera. Tampoco diré, como decía Gabo, que es el mejor oficio del mundo, aunque muchas veces lo haya pensado. ¿Qué mejor oficio que contarles a los demás el tiempo que te ha tocado vivir, sea haciendo un reportaje en un barrio pequeño de una pequeña ciudad, o en un pueblo, o en una guerra? Alguien tiene que hacer este trabajo, y a ser posible, no mezclándolos con otros, igual de dignos pero diferentes. Uno no puede ser periodista y político (al mismo tiempo, y en el sentido partidista, se entiende), ni periodista y médico sin fronteras. Muchas veces, sobre todo en situaciones de conflicto, leo eso de “antes que nada soy persona”, ¿y? También un médico lo es, y se encontrará muchas veces con dilemas morales, pero hay que resolverlos, como se pueda en cada caso, o admitir que lo serán siempre, tomar decisiones. Un periodista toma decisiones a cada momento, eso es muy complicado. Otro grande, el director del Washington Post Ben Bradlee dice en un momento de sus memorias (La vida de un periodista) algo respecto a la guerra de Vietnam que lo resume muy bien: “Estaba demasiado concentrado en tratar de desentrañar qué era lo que realmente estaba ocurriendo, o en tratar de determinar quién estaba diciendo la verdad sobre Vietnam, para ponerme a pensar de qué lado me encontraba“. No me imagino un mundo sin médicos, pero tampoco sin periodistas. ¿Futuro? Todo. Sólo espero que sea para el buen periodismo, al menos, que acabe predominando, aunque imagino que todos los profesionales de oficios vocacionales lo quieren para sus profesiones, la excelencia. Si el periodismo fuera a mejor, el mundo iría a mejor. El periodista de mañana tiene que ser riguroso y procurar informar de primera mano, contrastar lo que cuenta, cada dato, hasta el límite de sus posibilidades, ser honrado, no buscar protagonismo. Perdernos en discursos sobre las herramientas o el soporte es eso, perderse respecto a lo esencial.
¿Cuál es el panorama editorial general que percibís sobre todo en el caso de los libros escritos por periodistas? ¿Reciben interés?
Creo que los libros de periodistas generan mucho interés en los lectores. Como recordaba antes, la no-ficción es un género que ya tiene cierta historia. A sangre fría, de Truman Capote, se considera su obra fundacional, y es un paradigma del éxito que puede llegar a tener una crónica periodística en forma de libro. Luego hay muchos libros escritos por periodistas, sobre todo, novelas, pero también ensayos, que están escritos por periodistas, o novelistas famosos que en algún momento de sus vidas ejercieron como periodistas. De pronto, una novela como El librero de Kabul, escrita por una joven corresponsal de guerra noruega, Asne Seirstard, se convirtió en 2002 en un bestseller. Aunque esto de los superventas es un capítulo aparte, porque las grandes editoriales los crean muchas veces de forma totalmente artificial.