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“Hacen falta buenos lectores para poner en tela de juicio lo que publicamos”

"El humor es necesario siempre en lo cuotidiano para tomarse los problemas con cierta distancia, pero sin perder la perspectiva". Foto: Paco Vigil
“El humor es necesario siempre en lo cuotidiano para tomarse los problemas con cierta distancia, pero sin perder la perspectiva”. Foto: Paco Vigil

Periodista, escritor, guionista, humorista. Pepe Colubi (@pepecolubi) le da a todo en el ámbito laboral y no se queja por ello. De hecho, se vanagloria. Lleva más de seis años provocando las carcajadas más inconfesables del público a través de su humor ácido, negro e irónico de la mano de Ilustres Ignorantes. Esto no le impide colaborar como periodista en memorables cabeceras como las de El Jueves y Cinemanía o desarrollar su faceta como escritor de libros. Su último neonato: Chorromoco 91.

¿Eres más de prensa, radio, televisión o digital para informarte?

Soy seguidor de los informativos de televisión. Al mismo tiempo, he ido cambiando desde la prensa diaria hacia el digital y las redes sociales. Twitter ha supuesto una gran revolución por su inmediatez, aunque no puedes quedarte con el primer tuit, sino que debes ampliar esa información. Es importante leer todo lo que se publica en esta red entre líneas y saber buscar hasta en Wikipedia. También estoy a menudo muy pendiente de los boletines puntuales de radio.

¿Qué pasaría si nos tomáramos con más humor las noticias que diariamente aparecen en los medios de comunicación?

Estaría bien, dentro de unos límites. El humor es necesario siempre en lo cuotidiano para tomarse los problemas con cierta distancia, pero sin perder la perspectiva de la importancia de lo serio. Se puede utilizar la ironía y la broma para rebajar el cristal de esa seriedad, pero siempre con cuidado.

Como periodista, ¿cómo definirías el buen periodismo?

No creo que haya un solo periodismo, sino que se deben combinar varios factores. Por un lado, la investigación, a la que se debe destinar tiempo, dedicación y fe. La fotografía, que ayuda a contextualizar, aunque hoy el fotoperiodismo se encuentra en condiciones penosas. Parece que ahora cualquier foto de móvil es suficiente, ya que prima más la imagen espectacular para rellenar. Se pasa de la información al puro entretenimiento. Y, finalmente, hace falta opinión y buenos lectores para poner en tela de juicio, con escepticismo, lo que publicamos.

¿Puede la risa, de algún modo, ser la salvación del periodismo?

En parte sí. Se hace actualmente buen periodismo a través del humor en programas como The Daily Show o, en España, El Intermedio. De hecho, desde el siglo XVII ya se trataba de dar una vuelta de tuerca a la actualidad con los grabados de la prensa. Son maneras de informar con una sonrisa, son formas serias de reírse. Tras investigaciones importantes también se puede hacer esa labor de monologuismo activista: arrancar la sonrisa, pero con conclusiones aplastantes sobre el tema tratado.

¿Crees que hacen falta más cambios en los medios tradicionales para que vuelvan a resultar tan solventes como antes: lavado de cara, quedarse en el digital de forma definitiva, cambiar rutinas de trabajo, etc.?

Hasta que no se encuentre la fórmula de rentabilidad económica de lo digital no habrá migración completa de los medios tradicionales. Pero hay que conseguirlo. El papel acabará yéndose, aunque todavía está en periodo de ajuste, casi en pañales.

Actualmente presentamos el libro “Peláez. Historias de un periodista de provincias” de tu paisano David Barreiro. ¿Alguna vez fuiste periodista de provincias? ¿Qué ha aportado esta figura al periodismo?

Lo fui en radio y prensa en Asturias, pero más enfocado hacia el periodismo cultural (música, editorial, social, ciencia). Su figura es necesaria en el papel, ya que siempre le va a interesar a uno conocer lo que está en su entorno. Y eso lo consigue la prensa local y comarcal. Pero las condiciones son paupérrimas.

También eres escritor. De hecho, has publicado este año Chorromoco 91, que tiene mucho de tu vida, ¿no te da reparo abrirte tan claramente al lector con una parte de tu pasado tan crucial como es la juventud?

Para nada. El personaje tiene mucho de mí, pero con el toque de ficción puedes recolocar datos e inventar. Trata sobre el desfase, la risa, el desamor. Vamos, por todo lo que pasé en mi juventud sin ser exactamente mi biografía. Y por lo que muchos otros pasaron, ya que me suelen decir que se reconocen en el protagonista.

Como escritor, ¿cuál es el panorama actual del sector editorial enfocado a los periodistas que escriben o no sobre periodismo? ¿Reciben interés?

Las editoriales más importantes repiten los grandes errores de las discográficas de los 90. Por su parte, el ebook no se ha implantado tan rápido como se auguraba, en parte debido a la piratería. En cuanto a tiradas, sucede que, o se vende mucho o se vende poco. Es un quiero y no puedo. Las editoriales siempre están en incertidumbre.

¿Recomiendas algún libro sobre periodismo que hayas leído?

El ébano de Ryszard Kapuściński. Me impactó mucho. Es un libro genial que me impresionó por sus escenas cuotidianas.