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“La UE no intervendrá en la situación catalana hasta que sea inevitable”

"Como figura política, Rajoy deja mucho que desear en Bruselas"
“Como figura política, Rajoy deja mucho que desear en Bruselas”

El futuro de los jóvenes periodistas es incierto, precario, desolador. Son comunes cada día frases como esta en las facultades de Periodismo de toda España, pero escuchar las palabras y los logros de Laura Pous (@laurapous) motivan a creer que no todo está perdido en la profesión. Esta joven catalana vive a caballo entre Londres y Bruselas como corresponsal política para la agencia de noticias ACN y de la emisora RAC1, además de presentar desde la Eurocámara el programa de debate Via Europa y de colaborar para la revista Esguard. Todo un ejemplo de esfuerzo, trabajo y perseverancia.

Eres corresponsal de la ACN y RAC1, a caballo entre Londres y Bruselas, presentas Vía Europa, colaboras con Esguard. ¿Hace falta vocación para soportar tal carga laboral? ¿Qué te motiva a desarrollar tus tareas periodísticas?

Me gusta lo que hago, mi trabajo, y disfruto cubriendo una cumbre europea a las 5 de la mañana o trabajando 48 horas non-stop en el referéndum de Escocia. No sé si hace falta vocación, a mí me impulsa una adrenalina extraña. De hecho, no me atrevo a decir que soy una periodista vocacional porque la pasión por el periodismo la he desarrollado haciéndolo, trabajando. Con 10 años no tenía ni idea que quería ser periodista, ni he tenido nunca una visión idealizada de la profesión. Aunque es verdad que en el instituto me lo pasé muy bien al crear una revista, que se llamaba ‘Recrevacas’ (Revista de Crédito Variable de Castellano). Y también me divertí muchísimo cuando en otra asignatura flirteamos con la radio. Con los años, he descubierto unos vídeos en los que, de niña, le hablaba directamente a la cámara de mi abuelo, y le explicaba cosas. Algo de vocación sí habría, pero nunca fui plenamente consciente de ello.

¿También es necesario tener esa ansia de compromiso o de servicio a la ciudadanía para dedicarse al periodismo?

No necesariamente, ¿compromiso con quién, y servicio a qué ciudadanos? Porque ciudadanos somos muchos, y con opiniones muy variopintas. Lo que alguien considerará un servicio a la ciudadanía, por ejemplo, destapar un escándalo de corrupción, otro lo verá como un servicio a un determinado interés, un ataque a un partido político, quizá. Más que un compromiso con una visión idealizada de la objetividad, que me temo que no existe, creo que el periodista debe ser consciente de sus limitaciones: yo tengo una opinión, y veo el mundo de una determinada manera, y esa manera, incluso sutilmente, se verá reflejada en mi trabajo. Asumiendo esto, debo hacerlo lo mejor posible.

¿Qué opinas de la actual fuga de cerebros de periodistas jóvenes? ¿Crees, como indica el gobierno, que enriquecerán el sector en España con los conocimientos adquiridos fuera cuando pase la crisis y regresen?

Me temo que no, y es una pena. Algunos van a poder regresar y encontrarán un buen trabajo, pero muchos otros no. Especialmente si han conseguido prosperar en el extranjero, donde se valora mucho más el talento que en España, así que ¿por qué volver? Hay muchas razones de tipo personal, por supuesto, pero a nivel profesional en el extranjero se vive –y se cobra- mucho mejor. Hay gente muy bien preparada que se ha tenido que ir, no solo periodistas. Científicos, enfermeras, ingenieros. ¿Va a ser capaz España de atraerlos de vuelta? Lo veo muy difícil.

¿Qué te llevó a interesarte por la política internacional?

Como casi todo en mi trabajo, fue un poco casualidad. Estudié un máster en Escocia, empecé a escribir en un digital desde allí, y una cosa llevó a la otra. No me di cuenta y me instalaba en Londres, sola con mi cámara, mi trípode y mi grabadora, para abrir la primera corresponsalía de ACN en la ciudad.

¿Qué balance haces, a nivel político y profesional, de tus estancias como corresponsal en Bruselas y Londres?

El balance profesional es muy positivo, vivimos años muy interesantes. La adrenalina del periodista que mencionaba antes se nota especialmente en los momentos más tensos. Cuando estamos a punto de “salvar el euro”, cuando no está claro si Escocia votará sí o no a la independencia, cuando hay elecciones… Londres y Bruselas son probablemente las dos capitales más interesantes a nivel político e informativo de la UE. Y cada día se amplía más la distancia entre ellas, lo cual es muy triste a nivel político, pero muy interesante a nivel periodístico.

¿Es Mariano Rajoy una pieza clave para las dediciones políticas sobre España en Bruselas? ¿Por qué?

En general Mariano Rajoy  no me parece una pieza clave en ningún tipo de decisión política, y especialmente no me lo parece en las decisiones políticas que se toman en Bruselas. Por supuesto, Rajoy es el presidente de la cuarta economía del euro, de uno de los grandes estados en la UE. La UE escucha a España, y especialmente cuando son temas españoles, claro, ¡faltaría más! Otra cosa son las grandes líneas de la estrategia política y económica europea…dónde Rajoy pinta más bien poco. Me temo que, como figura política, deja mucho que desear. Creo que es uno de los líderes más mediocres que se pasean por las cumbres europeas, no sólo porque no puede atender a la prensa (ni hablar en privado con otros líderes) en otro idioma que no sea el español, sino porque sus palabras siempre están vacías de contenido. Creo que España podría influir muchísimo más con otro tipo de liderazgo. Pero ahí está.

¿Cómo se están tratando actualmente los temas sobre Cataluña en Bruselas? ¿Crees que Bruselas cumpliría su “amenaza” de expulsión de la UE si Cataluña finalmente se independizara?

Es un tema tabú que los eurócratas quieren que España pueda resolver internamente. Pero en Bruselas sorprende mucho la actitud de Rajoy, que no mueve ficha y sigue escondiendo la cabeza bajo el ala, como si no pasara nada. La UE no intervendrá en la situación catalana hasta que sea inevitable. A los grandes estados no les gusta la idea de la independencia, pero tampoco les gustaba eso de rescatar a Grecia, y se inventaron un sistema para hacerlo cuando no tuvieron más remedio. No me imagino a Cataluña castigada fuera de la UE por haber votado ‘sí’ a la independencia. Otra cosa es que un estado independiente catalán fuera a sentarse des del día uno en la mesa de decisiones en Bruselas como socio en igualdad de condiciones. El proceso sería largo, y probablemente complicado. Imagino algún tipo de proceso transitorio entre un voto independentista y el reconocimiento del nuevo estado a nivel internacional. Pero creo que a nadie se le escapa que si la mayoría de los catalanes quieren la independencia, Bruselas, y también, tarde o temprano, Madrid, deberán aceptarlo. No hacerlo solo complica las cosas para todos, no solo para los catalanes. Y más sabiendo que el proyecto independentista catalán es muy pro-europeo.

¿Se trabaja bien la información política internacional en los medios generalistas españoles?

Pues hay de todo, siempre se puede mejorar, el problema es que una buena información internacional es muy cara y hoy muy pocos medios españoles están dispuestos a pagarla. Pero hay grandes corresponsales, que conocen muy bien todo lo que pasa en el exterior. Uno de los que más admiro en Bruselas se retiró recientemente, Eliseo Oliveras, de El Periódico, por ejemplo.

¿Cuál es el último libro que has leído sobre periodismo y cuál recomendarías?

El último sobre periodismo que he leído es, de hecho, una novela, Eufòria, de Xavier Bosch. Es una ficción, que parece ser muy real, de los vínculos y las presiones entre poder político y económico y periodismo. Pero uno de los que más me marcó cuando empezaba en esto fue The Age of the Warrior de Robert Fisk.