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“La vocación es la que te acaba levantando en los malos momentos”

"Es injusto que muchos deportes estén condenados a la excelencia  para merecer salir en las noticias". Foto: Miguel Ángel Montesinos
“Es injusto que muchos deportes estén condenados a la excelencia para merecer salir en las noticias”. Foto: Miguel Ángel Montesinos

El periodista Vicent Chilet (@vicentchilet) se encarga de desgranar la ‘arqueología’ y la trastienda del fútbol valenciano para Levante-EMV y la revista Panenka y no solo de anotar resultados de partidos en una crónica fugaz. En ello reside su valor como profesional de la información. En desgranar, deshuesar las historias. Como ha hecho recientemente en su último libro Slow West. Crònica d’una ruta americana, un apasionaste road trip literario donde cada paisaje y cada momento es abierto en canal entre sus páginas para ser expuesto al lector.

Te consideras un periodista por vocación, ¿es necesaria para que una persona decida enfrascarse en este terreno laboral tan complicado?

Entiendo que sí. En cualquier profesión todo empieza con la vocación. Primero porque te permite trabajar en aquello que te gusta, lo que resulta un buen inicio. Y también porque es una fuente constante de inspiración y te aporta gasolina extra para soportar todos los condicionantes, o más bien renuncias, que tiene una profesión como el periodismo: horarios complicados, ciertos intereses, etc. La vocación es la que te acaba levantando en los malos momentos. Un remedio infalible que llevas dentro siempre, como la pócima de Obelix.

¿Te informas a través de la prensa diaria o en casa del herrero cuchillo de palo?

Trato de estar informado cada día a través de la prensa, tanto general como deportiva. En este último caso incluyo también la versión digital de prensa deportiva italiana, francesa e inglesa. Trabajar en un periódico te da una mínima tregua matinal que uno aprovecha para hacer del desayuno un ritual más pausado y nutrido de información. Es el único momento del día en el que se tiene un control total sobre el tiempo.

¿Crees que el periodismo deportivo podría existir sin la subjetividad, las coletillas, frases hechas y vicios más o menos aceptados que practican muchos de sus periodistas bandera?

Por supuesto que sí. El deporte tiene una repercusión grande, muchas veces irracional. Esa fuerza tan torrencial acaba impregnando también el tratamiento informativo, en mi opinión cada vez más próximo a los vicios frívolos que comentas, al espectáculo de masas en el que no importan las formas porque hay una base ingente de seguidores que te va a leer, oír o ver. Pero también hay muchos ejemplos en los que el periodismo deportivo se alza como un género respetado y de prestigio, que cuida el lenguaje y analiza con profundidad los acontecimientos, incorporando los matices sociológicos que necesariamente transpiran en el deporte. Es el caso de la Gazzetta dello Sport, l’Équipe o Panenka.

¿Qué requiere un buen periodismo deportivo en prensa?

Los principios creo que son los mismos que en cualquier otro género periodístico: tener algo que contar y saber cómo contarlo. Por la trascendencia que tiene el periodismo deportivo en particular, y las atávicas tentaciones a ciertos bajos instintos, es conveniente huir del “periodismo de bufanda”, por mucho que todos tengamos un equipo. Pienso también que la interpretación que hagamos de las cosas debe ir más allá de algo tan voluble, tan poco fiable y sujeto a rachas cambiantes como los resultados de un equipo, porque puedes quedar retratado para la hemeroteca en tiempo récord. No creo que sea algo exclusivo del periodismo deportivo. El consumo rápido y sin memoria afecta también a las tertulias políticas.

¿Los propios periodistas han potenciado la centralización en medios del fútbol por encima de otros deportes, en consecuencia, minoritarios, o ha sido responsabilidad de toda la sociedad?

Todo se mezcla. Algunos deportes, equipos o jugadores arrastran más atención, aunque muchas veces somos los mismos periodistas los que distorsionamos esa atención con un tratamiento desmesurado, que va en perjuicio de otras disciplinas minoritarias pero también minorizadas. Es injusto que muchos deportes estén condenados a la excelencia (o a la tragedia, como en el alpinismo) para merecer salir en las noticias. Si no ganas un título o una medalla no tienes un hueco, mientras que de la salida del entrenamiento de Cristiano Ronaldo, acelerando con su bólido, se hacen cada día noticias. Algo falla. La semana pasada me gustó que, en la semana de la semifinal europea de la Juve, la Gazzetta abriera con un especial de una docena de páginas sobre el Giro. ¿Por qué no? No siempre tenemos que intentar intuir qué interesa a la gente, también somos responsables de crear corrientes y opiniones.

¿Qué te llevó a recorrer la costa del Pacífico de los Estados Unidos? ¿Y a plasmarlo en un libro?

El espíritu de aventura. Siempre me ha gustado viajar y me gusta hacerlo especialmente en coche, porque de alguna manera saboreas cada palmo de terreno conquistado y eres consciente de la distancia recorrida. Estados Unidos es la meca moderna de los largos trayectos en coche y la ruta por la carretera 101 me parecía ideal, porque aparte no es tan conocida por el gran público. La idea del libro fue posterior, por iniciativa de la editorial Drassana. Acepté encantado. Fue como volver a hacer el viaje.

¿Qué supone para un periodista acostumbrado a la fugacidad de las noticias diarias la escritura de un libro?

Es un reto. Te exige ser mucho más profundo, más descriptivo. Te invita a sumergirte en una escritura que en el periodismo diario únicamente tocas, y brevemente por cuestiones de espacio, en algunos géneros que toleran la ‘literaturización’ como el reportaje o la crónica. Al cambiar de temática -en mi caso del periodismo deportivo a describir un país en un diario de ruta- amplías mucho el foco, variando también la selección léxica.

¿Cuál es el panorama actual del mundo editorial enfocado en los periodistas que escriben o no temática periodística? ¿Reciben interés?

Creo que sí. Decía Enric González que los mejores reportajes periodísticos están abocados a ser tratados en el formato de los libros, con total libertad creativa y de espacio. No le falta razón. Y más en el contexto actual, en el que la fugacidad del día a día periodístico ha aumentado con la eclosión de las redes sociales. La literatura periodística, o escrita por periodistas, va a ser un fenómeno a tener en cuenta.

¿Cuál es el último libro que has leído sobre periodismo y cuál recomendarías?

Me gustó mucho Memorias Líquidas, de Enric González. Un recorrido que es una carta de amor al oficio y también un ajuste de cuentas. Imprescindible para cualquier periodista. Y también recomiendo La banda que escribía torcido, muy inspirador y vigente, sobre el Nuevo Periodismo de los 60 y 70 en los Estados Unidos.