Esta semana no nos alejamos demasiado de la evocadora etapa estudiantil en la universidad a través de nuestros docentes entrevistados. En esta ocasión, y en una visita exprés de lo más alentadora a nuestra oficina, hemos contado con las palabras motivacionales de Guillermo López (@GuillermoLPD), profesor Titular de la Universitat de València en el ámbito de las Ciencias e la Comunicación y gran activo en redes sociales y periodismo digital. Apasionado de la docencia, López se considera “un privilegiado por poder trabajar en la universidad”, ya que se le paga “por aprender” y, al mismo tiempo, por “enseñar a otros lo aprendido”.
¿Qué salida ves a los periodistas que también quieren ser escritores?
Por suerte o por desgracia la escritura de libros es un recorrido alternativo que no deben descartar. El gran drama del digital es que es muy difícil rentabilizarlo, pero cuanto más denso y amplio es el contenido que se ofrece, es decir, un libro más que un artículo o una noticia, más factible parece ser cobrar por ello. Sigue siendo más fácil, ya sea por fetichismo o costumbre de su consumo, sacarle partido al papel, aunque estemos en un escenario en el que hemos asumido que el futuro está en el digital. La red le funciona muy bien a un periodista para darse a conocer, pero no para rentabilizar su trabajo. Y, por otro lado, sigue existiendo una gran carencia de profundidad en los contenidos periodísticos y requiere de textos más densos y reflexivos, por lo que el libro es el formato más adecuado. De hecho, se están publicando grandes libros de investigación periodística en los últimos años, en un sector ya no tan dominado por las grandes firmas editoriales. El periodista también está muy capacitado para la escritura de novela porque sabe trabajar con la accesibilidad al lector, con la sencillez para llegarle mejor, con la eficacia, la precisión.
Puede ser una salida más para el periodista entonces.
Si se enfoca a la ficción, ya deja de ser periodista, pero en la investigación hay un campo muy amplio por recorrer. En el campo político económico, donde hay un público muy enfadado al tiempo que interesado por la actualidad, ya no tan pasota, los libros sobre investigación son realmente eficaces.
¿Por qué se toma menos en serio la investigación periodística que al que está detrás de un microscopio?
Porque está peor pagada. En un país como España los medios no invierten en investigación porque no tienen dinero. Una noticia se hace un día, pero una investigación no. Por ejemplo, El País tuvo a más de diez periodistas trabajando durante dos meses en los cables de WikiLeaks para ofrecer el producto resultante a su público, que les supuso un impacto positivo en cuanto a la credibilidad con ellos. Pero eso es rentable si dispones de tiempo. En España, hoy solo lo pueden hacer los freelance.
¿La vocación es necesaria para esa dedicación de tiempo que requiere la investigación?
Desde luego. Como profesor de Periodismo, me sabe mal ver a las nuevas generaciones de estudiantes llegar con ilusión a clase cuando es difícil hoy en día salir adelante en esta profesión. No espacio laboral para todos ellos. Pero algo tiene que pasar cuando se siguen matriculando en las universidades y lo único que puede explicarlo es el atractivo de la profesión de periodista, mucho más estimulante.
Desde que empezó la crisis, según FAPE, son 12.000 colegas los que se han quedado sin trabajo, más los 3.000 que salen cada día de las universidades. En seis años, 30.000 periodistas en el paro. ¿Qué salidas existen en esta situación de embudo laboral?
Estamos pagando la expansión que se dio en los años 90 en las universidades españolas, sobre todo en las carreras de comunicación, que se pusieron de moda y había muy pocas. Pero tampoco se pueden cerrar las facultades públicas para que no sigan saliendo periodistas o que tengan que pagar un dineral en las privadas. Aun así, la crisis está abocando a los periodistas, nos guste o no, a trabajar en otras profesiones o a irse fuera de España. El community management está siendo una buena salida, aunque sigue muy dominado por los profesionales del márquetin, que no están preparados para eso, no tienen la misma capacidad de ofrecer contenidos que un comunicador. En definitiva, para que el mercado pueda absorber a todos esos profesionales del periodismo, es necesario que se reinventen, por muy duro que sea.
¿Qué libros reflejan este cambio de coyuntura?
Los libros tardan en hacerse eco de esta situación, pero ya existe, por ejemplo, Periodismo postindustrial, de Por C.W. Anderson, Emily Bell y Clay Shirky. Habla de las empresas que pierden presencia que los periodistas freelance no pueden cubrir, de los modelos comunicativos cambiantes y condensa bastante bien todas esas ideas. Otro anterior, pero muy interesante, es Periodismo integrado. Convergencia de medios y reorganización de redacciones, de Ramón Salaverría y Samuel Negredo, que explica qué ocurre entre los viejos y los nuevos medios que se tienen que enfocar al mundo digital. Se percibe una disyuntiva en la que se mueven periodistas antiguos muy bien preparados en los métodos tradicionales, pero poco entendidos en Internet, y al contrario con los nuevos periodistas.
¿Cuál es el soporte que ha revolucionado la plataforma a la que el periodista se puede aferrar para pensar que tiene futuro en la profesión?
Lo que va a marcar la diferencia son los Smartphone, porque es lo que la gente usa. Hay esperanza en ellos, porque son más fáciles de rentabilizar, ya que, a través de las aplicaciones y de los micro pagos, a la gente ya no le da pereza pagar por contenidos que les pueden interesar.
¿A qué fuentes recurres a través del digital para mantenerte informado?
Soy bastante tradicional. Consulto pocos medios digitales. En el ámbito autonómico, Valencia Plaza o Levante; en el nacional, El Confidencial, El País o ElDiario.es; en el internacional, The Guardian, etc. Y a nivel de blogs y medios alternativos, sigo todo lo que me llega de ellos a través de Twitter.
¿Qué periodistas escritores de ficción nos recomiendas?
Me gusta mucho David Simon, escritor de reportajes que se presentan como grandes novelas, y en concreto su novela Homicidio, a partir de la que se creó la serie The Wire.
¿Te queda el gusanillo de escribir novela sobre algún tema concreto?
La verdad es que no me veo escribiendo ficción, no me nace la inspiración. Sí me gusta escribir ensayos, sátira o crítica cultural sobre libros que han escrito otros. Si tuviera que hacer algo de ficción sería histórica.