Uno de los aspectos por los que más me han preguntado en los medios durante la promoción de Temporada de cizaña ha sido la ambientación de la novela y, obviamente, por su relación con RTVV. Para ser sinceros, y es algo que yo he repetido a menudo, la tele que sale en la novela no es Canal 9. Pero, obviamente dada mi experiencia, está directamente inspirada en ella. No podía ser de otro modo después de haber pasado allí casi ocho años.
Llegué a Canal 9 como becario durante el verano de 2001. Nueva York tenía torres gemelas. Apenas sabíamos qué era eso de Internet y los programas se montaban en cintas. La última vez que pisé RTVV por motivos de trabajo fue en 2009. Y recuerdo que el panorama que dejé allí entonces era absolutamente desolador. Sé lo que vino después. Conozco a mucha gente que aguantó hasta el final. Pero no quiero ni imaginar lo que fue vivir a diario los últimos cinco años de agonía.
Ese es el ambiente que traté de reproducir en la novela. Y aunque, como ya he dicho, la tele que sale en Temporada de cizaña no es Canal 9, el escenario sí es real. Lo son las instalaciones, empezando por ese precario Guantánamo en el que vivíamos y convivíamos los responsables de la producción de programas –realizadores, guionistas, cámaras y demás gente de mal vivir–; lo son también los personajes que, más de uno, reconocerá como parte de la fauna que poblaba el ente. Tanto los villanos como los héroes. Porque también hubo allí algunas heroicas figuras empeñadas en hacer una producción de calidad, contra viento y marea.
Curiosamente de esto se ha hablado poco y es algo que a mí siempre me gusta reivindicar: en RTVV había profesionales auténticos, gente con la que podías aprender a escribir, a realizar y a producir contenidos audiovisuales excepcionales. Cuando les dejaban, claro. Espero que alguno de ellos pueda leer el libro y verlo, hasta cierto punto, como una especie de homenaje. Algunos lo han hecho ya y eso, no sé si está bien o no decirlo, ha sido uno de mis mayores orgullos.
De los otros, de los villanos, se ha hablado y se ha escrito más. En Temporada de cizaña hay un buen puñado de ellos. Me gustaría poder decir que son todos ficticios pero, como la realidad española se ha empeñado en demostrarnos a golpes, la mayoría de ellos resultan bastante cotidianos.
Pensándolo así, era natural que mi primera novela fuese una obra de género. De este género. Cuando estuve en RTVV ya llevaba en la cabeza la idea de escribir un libro. “Escribe sobre algo que conoces”, dicen todas las guías para iniciarse en la literatura. Y yo conocía Canal 9, sus glorias y sus miserias. La alegría y el éxtasis. Eso es lo que queda de realidad en Temporada de cizaña, el recuerdo de una tele que fue: un escenario de novela negra.
Por Marcos García Martí (@elplumilla).